18/11/07
GREGORIO LÓPEZ RAIMUNDO, LEYENDA DEL COMUNISMO
Gregorio López Raimundo, (Tauste 1914), falleció ayer en Barcelona a la edad de 93 años. Ex secretario general y presidente del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), fue militante de esta organización durante 60 años, en los que le tocó vivir desde el protagonismo político todos los avatares de la historia contemporánea del país, a los cuales siempre se enfrentó desde una coherencia ideológica de esas que hace bastantes años que no se llevan.
Cuando Raimon escribió ‘T’he conegut sempre igual com ara, els cabells blancs la bondat a la cara, no et trobes sol, company no et trobes sol’ (te he conocido siempre como ahora, cabellos blancos, la bondad en la cara, no estás solo, compañero, no estás solo), Gregorio López Raimundo ya había superado la etapa de dirigente del PSUC, aún siéndolo, e incluso la de referente del comunismo en Catalunya; era mito y leyenda viva de la cultura política y la historia del país, una circunstancia de la que muy pocos pueden alardear. Y, a pesar de ello, siempre mantuvo una sonrisa calma, la bondad dibujada en su rostro, que, a pesar de la dureza de muchas situaciones que le tocaron vivir en el exilio, la clandestinidad y la transición, le granjearon el respeto y la admiración de compañeros y adversarios. La popular canción de Raimon, además de homenaje en vida al dirigente, fue también símbolo de reconocimiento a muchos, la mayoría anónimos a la fuerza, que también vieron platear sus sienes luchando por la libertad y la democracia desde la coherencia de sus ideas, pero anteponiendo a estas el bien común del país.
Si Gregorio López Raimundo, sastre de profesión en su Aragón natal, no hubiera sido así, la transición habría acabado con él, o quizás él habría acabado con el PSUC que entonces dirigía. Pero supo entender, sin abdicar del análisis de la realidad visto desde el marxismo, que la ruptura soñada era una situación imposible en la coyuntura de una España que había visto morir al dictador de viejo y en la cama, y que quería liberarse del pesado lastre de décadas de atraso de todo tipo para situarse en la órbita de la modernidad que avanzaba imparable. Así, no dudó ni un segundo de felicitarse y felicitar al país públicamente por la legalización del PSUC en mayo de 1977 y de abonar las tesis eurocomunistas de Santiago Carrillo desde el escaño en el Congreso de los Diputados que obtuvo en 1977 y 1979.
Quizás a muchos aquella transición les supo a renuncia, pero no todos habrían sufrido en su propia carne, y en la de sus allegados, la dictadura como López Raimundo, con lo que su actitud de aceptar participar en el pacto de estado ofrecido por Suárez y el resto de gestores del cambio político sin renunciar un ápice a su planteamiento ideológico, fue una de las claves para que la izquierda aceptara masivamente la apuesta del modelo democrático que se estaba diseñando.
Gregorio López Raimundo se había afiliado a las Juventudes Socialistas en 1934. Al estallar la guerra civil participó en la fundación de las Juventudes Socialistas Unificadas y, ya desde el primer momento, se afilió en el Partit Socialista Unificat de Catalunya. Durante la guerra fue comisario político en el frente de Aragón, y marchó al exilio al terminar la contienda. En 1947 se estableció clandestinamente en Catalunya para reactivar el PSUC, pero fue detenido y encarcelado en 1951 y expulsado del país en 1954, estableciéndose en París. Dos años después fue elegido máximo responsable de la organización del PSUC en el interior y, en 1965, secretario general. ‘Como cualquier crío asiste a las reuniones familiares en el comedor de casa, en el de la nuestra asistí desde muy pequeño a las reuniones de la ejecutiva del PSUC’, me comentó un día respecto a su infancia en un suburbio metropolitano parisino el escritor Sergi Pámies, uno de los hijos de López Raimundo y su compañera, la también escritora y asimismo dirigente comunista Teresa Pàmies.
Tras el regreso, la legalización y sus tareas de diputado en las dos primeras legislaturas, el Quinto Congreso del PSUC, en 1981, pareció que sería su tumba política. En un país sacudido por el golpe de estado de Tejero y un mundo convulso por el atentado de Alí Agca contra el Papa, el golpe de estado del general Jaruzelsky en Polonia, las masacres auspiciadas por los EE UU en el Salvador, el conflicto Iran-Iraq o la muerte de Bob Marley, los partidos comunistas de la Europa occidental se habían de enfrentar a los retos de una nueva era para los cuales no siempre estaban preparados en tanto que organizaciones de vanguardia como pretendían seguir siendo. Las corrientes leninista y prosoviética se impusieron al eurocomunismo oficialista en el PSUC y Gregorio López Raimundo fue relegado de la secretaría general. Ante lo que parecía una oleada conservadora internacional capitaneada por el presidente norteamericano Ronald Reagan, los comunistas catalanes optaron por radicalizar su mensaje. Fue una opción. Però ese mismo año IBM comercializaba el primer ordenador personal y el Madrid de la modernidad comenzaba a hervir hasta estallar en la célebre ‘Movida’. Los tiempos estaban cambiando, como había dicho Bob Dylan, y el Sexto Congreso del PSUC, en 1982, decidió expulsar a prosoviéticos y leninistas, volver a las tesis eurocomunistas y reintegrar en su cargo a López Raimundo.
Pero el mal estaba hecho, y las divergencias en las filas comunistas terminaron con un descalabro electoral tanto del PCE como del PSUC del que nunca jamás se recuperaron. Los comunistas ya nunca serían la vanguardia de la sociedad de fin de milenio porqué habían sido incapaces de entender por donde iba cuando era más necesario. Santiago Carrillo dimitió tras la debacle, Gregorio López Raimundo permaneció en sus cargos hasta 1985, cuando se retiró definitivamente de la política con el desánimo de ver como el partido que había contribuido a fundar y a hacerlo hegemónico entre las fuerzas de izquierda, se debatía entre la confusión ideológica y estratégica y unos pírricos resultados electorales.
Dos años después se creó Iniciativa per Catalunya (ICV) como federación de partidos que, superando diferencias ideológicas, apostó por la unidad estratégica. El PSUC, Entesa dels Nacionalistes d’Esquerra y Partit dels Comunistes de Catalunya impulsaron un proyecto que, con muchos altibajos, acuñó el termino ecosocialista para explicar a la ciudadanía el proyecto de la izquierda moderna heredera del análisis marxista de la realidad. Incómodo con estas propuestas, tras los debates del noveno congreso del PSUC, Gregorio López Raimundo prefirió dejar el partido y refugiar su inquebrantable coherencia ideológica en el PSUC viu (PSUC vivo), integrado en Esquerra Unida i Alternativa (EuiA), socios de coalición de ICV, del que, con la bondad siempre en la cara, fue presidente hasta su muerte.
Publicat a El Mundo del Siglo XXI
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