23/3/09

RAFAEL BARTOLOZZI, ICONA DEL POP ART


El pintor Rafael Bartolozzi falleció el domingo en Tarragoa a la edad de 66 años tras una larga enfermedad que no le apartó de su trabajo hasta hace pocos días. Y es que, como recordó su amigo y miembro de la fundación que lleva el nombre del artista, el arqueólogo Eudald Carbonell, Bartolozzi tenia como ideario “la ilusión por una vida constructiva con valores críticos”.
La fascinación por el arte de Millares, Saura o Tàpies no fue suficiente para que Rafael Bartolozzi (Pamplona 1943) entrara en el debate sobre el conceptualismo. Al margen de los círculos de la burguesía artística catalana, los estudios de Bellas Artes que comenzó en Barcelona en 1962 le devolvieron a la figuración y, a través de las influencias culturales y políticas de la década, construyó su discurso artístico por la senda del arte pop, del cual fue su máximo representante en España junto a su compañero artístico Eduard Arranz Bravo Barcelona 1941). Los más de 2000 metros cuadrados de los muros de la antigua fábrica Tipel de Parets del Vallès, pintada en 1970, así lo reconocen todavía hoy. Era su lectura del mundo, su apuesta por el arte como forma de vida y de entender su tiempo. Como iba a adoptar postulados creativos de la decadente burguesía catalana cuando el mundo de los sesenta giraba a toda velocidad justo en la dirección opuesta? Bartolozzi no era solo un ser libre, sino que aprovechaba el privilegio comunicador del creador para comprometer-se con la sociedad de su época, la que se oponía al Vietnam, a la dictadura o la estrecha estructura familiar. Y como artista mantenía y exponía el compromiso.
Ser representante español en la Bienal de Venecia en los 80 le acercó a la transvanguardia italiana. Tras pasar un período hiperrealista fue evolucionando hacia el informalismo sin apartarse de la realidad como referente. Nada que ver con Tapies.
Su interés por el entorno local al que le quería dar una proyección universal le llevó a una de las grandes aventuras vitales de su vida, ser alcalde de Vespella de Gaià (Tarragonès) un pequeño municipio en el que vivió hasta sus últimos días y en el que está ubicada la sede de la fundación que lleva su nombre. Bartolozzi hizo de la transformación social, cultural y humana de Vespella el último gran happening de una vida en la que arte y vida no admitían diferencias. Hasta que un pavoroso incendio forestal arrasó buena parte del término municipal del pueblo, y entonces fue el lugar quién lo transformó a él. La serie de pinturas de corte claramente expresionista al más puro estilo de los árboles torturados de Soutine ‘El incendio’, marcó un hito en su obra. Unos años después inauguraba ‘Alfa & Omega’ una gigantesca escultura de 12 metros situada en el mar frente a la playa de Torredembarra. Todo comienza y acaba en la tierra. Así ha querido que sus cenizas se depositen en un bloque de mármol en su casa de Vespella de Gaià La capacidad de análisis de lo material y lo inmaterial, una característica que destaca en él el arqueólogo Eudald Carbonell, llevada hasta la última expresión. Carbonell, quién visitó al artista el pasado día 16, fue uno de los últimos amigos en hablar con él. Durante la conversación trataron de nuevos proyectos de la fundación. La Fundación Bartolozzi, dedicada a la obra del artista y a la investigación plástica y científica se había constituído en 2003
Algunas de sus obras figuran en el Museo de Arte Reina Sofía de Madrid; el Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba), el Club de Fútbol de Barcelona y el Institut d'Estudis Catalans (IEC), entre otras instituciones
Nil Bartolozzi, hijo del pintor, dijo ayer que su padre pintó los últimos tiempos “haciendo de cada respiración minimalismo barroco”.