Hay voces que nunca se apagan. Puede que las personas que les dieron vida caigan en el olvido mucho antes de morir, pero queda de ellos para siempre la palabra dicha como queda una huella en un cráter lunar. El periodista Joaquín Soler Serrano falleció ayer en Esplugues de Llobregat (Barcelona) a la edad de 91 años, pero las palabras con las que construyó miles de relatos en la radio y la televisión de los sesenta y setenta forman ya parte de la memoria colectiva.
De la campaña de solidaridad por los afectados por las riadas del Vallès en 1962 a las entrevistas a Pla, Espriu, Cortázar, Dalí, Bertolucci o Alberti en ‘A fondo’, queda el trazo vivo y firme de una de las carreras más ejemplares de los medios de comunicación audiovisuales de España, protagonizada por una persona que no aspiró ni a la fama ni a ser noticia. A pesar de ello, tras su desaparición, quedará mucho por decir sobre el destino de su legado documental y su herencia profesional.
Joaquín Soler Serrano nació en Murcia el 19 de agosto de 1919, pero realizó prácticamente toda su vida profesional en Barcelona, en la SER y en Radio Nacional y Televisión Española. Con el Premio Nacional de Radiodifusión de 1961 y cinco premios Ondas, en 1955, 1959, 1962, 1976 y 1999, decir de él que fue uno de los periodistas más importantes del país durante dos largas décadas es decir a penas que trabajó mucho y muy bien.
Pero además Soler Serrano fue también una persona especialmente sensible para con la difusión y defensa de la cultura catalana (la entrevista a Merecè Rodoreda en ‘A fondo’ es enormemente simbólica) en una época ciertamente compleja, además de un enamorado convicto y confeso de Catalunya. Su trabajo en la radio y la televisión trascendió a los propios medios por qué él, rehuyendo de todo protagonismo, cedió siempre el primer plano de la noticia a quién realmente la debía de tener: el personaje. Por eso las respuestas de Cortázar o Pla a sus preguntas en ‘A fondo’ son mucho más que el mero juego mediático de la entrevista, son discursos culturales, morales y políticos coherentes y argumentados que forman parte del imaginario colectivo de la cultura contemporánea. Esa es la herencia de Soler Serrano que, es de esperar, no se deje apagar nunca.
Atrapado ya de joven por la literatura, las artes y una viva pasión por comunicar (la radio es tan profunda como la palabra escrita, sostenía), en 1939 Joaquin Soler Serrano comenzó a trabajar de periodista en los antiguos estudios de Radio Nacional de España en Catalunya de la calle Bruc de Barcelona, junto a otros nombres históricos de la radio como Maria Ester Jaumot. Mientras, aprovechó también para colaborar en prensa escrita, la Soli (Solidaridad Nacional) y Labor acogieron sus artículos. En RNE llegó a redactor jefe.
Posteriormente pasó a trabajar en Radio España de Barcelona, realizando programas como 'Lo mejor del mundo', 'Blanco y Negro', 'La samba, ¡caramba!', 'Feria de canciones', 'Reír es vivir', ‘La vuelta a Catalunya de un locutor’ o '¡Qué rico Mambo!'. Fue en 1962, en la desaparecida emisora de la Rambla cuando, convirtiendo el micrófono en un testimonio de la miseria humana imparable y poderoso, encabezó un movimiento de solidaridad con los afectados por las riadas de la comarca barcelonesa del Vallès. Si aquello funcionó y toda Catalunya colaboró fue porqué Soler Serrano se puso al pie de la noticia, informó a los oyentes sin descanso y contravino la prohibición que tenían las emisoras de radio de informar (su obligación era conectar con ‘El Parte’ de RNE). El Ondas especial fue un meritorio premio a su labor, el reconocimiento para siempre de miles de ciudadanos queda en la historia de este país.
Años después se trasladó a Venezuela, donde residió un par de años haciendo trabajos para la televisión. Pero a pesar de que la Caracas de la época era una ciudad muy atractiva en todos los aspectos, Soler Serrano echaba en falta su tierra. Volvió a Catalunya para incorporarse a Radio Barcelona, la decana de la radiodifusión española, donde hizo programas como 'Caspe 6...¡en órbita!' y '¡Esto es...radio!'. Por cierto, en este programa tuvo como colaboradores de lujo a Camilo José Cela y Manuel del Arco.
Ya en 1960 había debutado en televisión con el magazine 'Carrusel'. Años después realizó otros espacios como 'No me diga usted sí, no me diga usted no' y 'Perfiles'.
Pero, evidentemente su trabajo televisivo más destacado fue el programa 'A fondo', una inmensa lección de periodismo y cultura y una importante hemeroteca de grandes personalidades de los años setenta. Octavio Paz, Josep Pla, Salvador Dalí, Bernardo Bertolucci, Rafael Alberti, Julio Cortázar o Antonio Gala fueron algunos de los personajes a los que Soler Serrano hizo hablar y escuchó, conduciendo la charla hacía donde el espectador deseaba, gracias a la fuerza, la convicción y la coherencia de su voz; la palabra dicha. ‘Somos el reflejo da lo que hay alrededor’, respondió en una entrevista. Eso hoy ya no es así, es todo lo que hay alrededor lo que se refleja en los medios de comunicación para poder existir.
Paradojas de un mundo que desaparece con sus personajes que lo crearon, pero de los que siempre resonaran sus palabras a pesar de que ellos hayan caído en el olvido. ‘Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra.’, escribió Blas de Otero. Seguro que Soler Serrano pensó más de una vez en esos versos.
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