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Modest Prats, el cura sabio

En su lección de despedida de la Universitat de Girona, en 2002, Modest Prats concluyó, refiriéndose al degollamiento de 42 mil efraimitas por no saber pronunciar una palatal, asegurando que 'nada es inocuo en el mundo de las letras'. Por aquel tiempo, junto al librero Guillem Terribas, con quien desayunaba cada día, (su monaguillo, le llamaban) y al escritor Josep Mª Fonalleras, hicieron un viaje relámpago de un día a Roma para discernir que café era mejor, si el de Taza de Plata o el de Sant Eustacchio. Ganó el de esta cafetería próxima al Senado, y durante varios años hicieron una romería postmoderna a fin de renovar los votos del santo. La gente sabia es así de sutil cuando ha de argumentar verdades obvias, y el cura y filólogo Modest Prats (Castelló d'Empúries 1936), que falleció el sábado en Girona era el más sabio de los servidores de Cristo y del intelecto.
Hombre afectuoso con amigos y desconocidos, y tan contundente con los vanidosos del poder como amable con la gente sencilla de las parroquias de Medinyà, Vilafreser o Mercadal (Girona), donde estuvo; el cura sabio, como lo apodó Pasqual Maragall, con quién en una ocasión habló durante tres horas sobre al alzheimer, huérfano de padre desde los tres meses, estudió en el seminario de Girona entre los 10 y los 22 años. En 1959, una vez ordenado sacerdote, comenzó los estudios de filología catalana en la Universitat de Barcelona, convirtiéndose en un intelectual comprometido con la lengua, como se encargó de demostrar en Meditació ignasiana sobre la normalització lingüistica (1989), donde denunciaba el falso optimismo respecto el futuro del catalán y aseguraba que la lengua vivía un momento crítico. Con Albert Rossich y Agustí Rafanell escribió el futur de la llengua catalana. Y el zenit como filólogo lo obtuvo junto a Josep Mª Nadal, con quién redactó la monumental Història de la Llengua Catalana, entre 1982 y 1996. En el 2004 le fue concedida la Creu de Sant Jordi y al año siguiente ingresó en el Institut d'Estudis Catalans, miembro de l'Associació Internacional de Llengua y Literatura Catalanes y teólogo por la Pontificia Universitat Lateranense.
Su voz profunda y intensa y su erudita capacidad de discusión, le granjearon el respeto y la admiración en todos los ámbito de la cultura y la política, tanto amigos como contrarios.
En 1981 Prats fue el primer delegado territorial de cultura de la Generalitat en Girona, pero no obstante en 1984 escribió una carta en la que se quejó al conseller Cahner, quién lo había nombrado, del escaso poder que tenía la delegación. Unos años después fue miembro del breve y original Consell Assessor de Cultura de Joan Rigol. También fue director del ?institut de Ciències de l'Educació de Girona.
Las Homilies de Medinyà, un volumen de conferencias y sermones editados por su amigo Xavier Folch en Empúries y con una bella portada del poeta, pintor y amigo Narcís Comadira, fueron quizás su último legado intelectual, pero por encima de todo Modest Prats ejerció su erudición en mil y una tertulias (radiofónicas o de café), en conversaciones a pie de calle o en simples consejos a todos cuantos se le acercaron. Incluso Josep Pla buscó su charla. Y es que Modest Prats era, por encima de todo, un sabio generoso. El lunes se oficiaron sus funerales en la parroquia del Mercadal de Girona.