Iniciado por Enric Monjo, de quién fue discípulo, Subirachs realizó un gran número de esculturas y gravados presentes en las calles de Barcelona. El monumento a Francesc Macià (1991) de la plaça de Catalunya, el dedicado a Narcís Monturiol (1963) de la Diagonal, la Evocació marinera (1960) del Passeig de Juan de Borbón o el Homenatge a Barcelona sito en Motnjuïc (1968), son quizás sus obras más populares, además del templo de Gaudí, pero las Tablas de la Ley de la Facultad de Derecho (1959), la fachada del Banco Sabadell en la Rambla de Catalunya (1971), el mural en la estación de metro Diagonal (1969) o en el edificio novísimo del ayuntamiento de la plaça de Sant Miquel (1969), son también obras muy visibles en la ciudad.
De toda su ingente producción cabe destacar Forma 212, escultura situada en les Llars Mundet (1957), y que supone la primera escultura abstracta que se instaló en Barcelona y el primer gran fruto de su estancia en París con una beca Maillol de 1951 y la posterior evolución hacia postulados más expresionistas y vanguardistas. De esa época fue su relación con Tàpies, Tharrats o Cirici Pellicer.
Tarragona, Girona, Dallas, Montserrat, León, Carmona, Amberes, México, Madrid, Sta. Cruz de Tenerife, Lausana (sede del COI), Seúl, Palma de Mallorca, San Francisco, Andorra, el monasterio de Poblet o Mataró son algunas de las ciudades donde puede contemplarse la obra de Subirachs.
Pero Subirachs era de abstracción familiar humilde. Nacido en el Poblenou barcelonés y hijo de un obrero del tinte, la imposibilidad de estudiar arquitectura le llevaron quizás a ser un escultor muy proclive a intervenir en espacios arquitectónicos. Refiriéndose a la Sagrada família solía decir que Gaudí era un arquitecto-escultor y él un escultor-arquitecto, y de ahí la interactuación de la obra de ambos. Estudio Bellas Artes en la Escuela Superior de BArcelona y, tras pasar por los talleres de Monjo y Casanovas, realizó sus primeras obras, de estética mediterránea como Cadaqués (1947) y Desnudo Yacente (1950).
Medalla de oro al mérito en Bellas Artes, Creu de Sant Jordi y Medalla de oro al mérito artístico del Ayuntamiento de Barcelona, entre muchísimas otras distinciones, a pesar de que la obra de Josep Mª Subirachs ha pasado ya sin duda a la historia del arte, no ha conseguido el consenso entre la comunidad artística. Muchos de sus antiguos compañeros vanguardistas, partidarios de dejar la Sagrada Família tal y como estaba a la muerte de su creador, le reprocharon que aceptara continuar añadiendo piezas a la obra de Gaudí. El intenso debate superó los límites del arte para devenir un tema ciudadano y mediático en el cual el escultor, poco proclive a las apariciones en los medios, no salió siempre bien parado. A pesar de ello, es indudable la importancia de la obra de Subirachs en la transición ente los preceptos noucentistes y el arte de la segunda mitad del siglo XX. Su obra, sin lugar a dudas, lo sitúan como una de las figuras claves del arte catalán.
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