18/12/13

Ricard Mª Carles, el giro conservador de la iglesia catalana

A Ricard Maria Carles no le interesaba el arzobispado de Barcelona. "Vine por obediencia al Santo Padre y me iré por obediencia a él", había dicho. Se sentía cómodo en la muy conservadora Tortosa (a donde llegó en 1969), lejos de los trasiegos propios del tardofranquismo y del compromiso social de parte de la iglesia con un futuro régimen de libertades. Pero cuando en 1990 se hizo cargo de la diócesis de Barcelona, una de las que cuenta con más fieles de Europa, no dudó en darle in giro conservador que la marcó por años. Ricard Mª Carles, nacido en València en 1926, falleció ayer en el hospital de Tortosa, donde había sido ingresado a causa de un ictus, a la edad de 87 años. Los funerales se harán el jueves en Barcelona.
El cardenal estudió en el Seminario Mayor de su ciudad natal, fue ordenado en 1951 y dos años después se licenció en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Salamanca. Aquel año fue nombrado párroco y arcipreste de Tabernes de la Valldigna. En 1967 fue trasladado a la parróquia de San Fernándo, en València, y en 1969 fue consagrado obispo de Tortosa. En 1990 fue nombrado arzobispo de Barcelona.
La diócesis de Barcelona se había caracterizado por al aire aperturista y conciliador de Narcís Jubany, quién se acercó a los sectores del catolicismo progresista y aceptó el compromiso político que muchos sacerdotes tenían en aquellos años. Pero el legado de Jubany duró muy poco. Carles nombró a Joan Carrera Obispo auxiliar para estar a bien con el nacionalismo convergente en el poder, pero tanteó para ir apartando a los antiguos colaboradores de Jubany y terció para que fueran destinados a otras diócesis. Convencido de que el voto de sus auxiliares había decantado la balanza en favor de Elias Yanes en la elección a la presidencia de la Conferencia Episcopal, les diferencias entre el arzobispo y el resto de miembros de la curia barcelonesa fueron ya irreconciliables.
En 1994 fue bombrado Cardenal con el título de Santa María Consolatrice al Tiburtino. Al año siguiente, el Papa Juan Pablo II lo hizo miembro del consejo de cardenales para el estudio de los problemas económicos y organizativos de la Santa Sede.
Dimitido Carrera y cesado el contable de la diócesis barcelonesa, Enric Puig, Carles tuvo las manos libres para dar un vuelco conservador a Ràdio Estel, emisora que intentaba contrarestar los tertulianos de la COPE, y para nombrar como auxiliar al conquense José Ángel Saiz Meneses. Por un tiempo renació la campaña 'Volem bisbes catalans', aunque el divorcio entre el arzobispo y buena parte de la feligresía estaba ya consumado.
Contribuyó a la crisis de su gestión en Barcelona el caso Torre Annunziata, un mafioso que relacionó a Carles con una trama de blanquero de dinero. A pesar de que esas acusaciones no se demostraron jamás, el arzobispo se sintió víctima de una conjura en su propia diócesis y, aunque actividades como Cáritas duplicaron su trabajo, el ambiente estaba ya definitivamente enrarecido y las bases muy fragmentadas. En 2002 se recogieron 6.000 firmas de fieles, y la adhesión de 30 de los 40 arciprestes de la diócesis, en protesta por la falta de transparencia de su gestión. Solitario e inseguro, según le definen gente próxima a él, Ricard Mª Carles abandonó el palacio de la calle del Bisbe en 2004, tres años después de haberlo solicitado por edad.