10/6/13

Rafael Marquina, precursor del diseño industrial

Cuando el diseño irrumpió de forma generalizada en nuestras vidas muchos lo frivolizaron por pura ignorancia. Lo que era una interpretación cultural de la vida cotidiana, una democratización del gusto y el buen uso, se entendió como el capricho de una sociedad consentida. Contra estos y otros prejuicios tuvieron que luchar desde mediados de los cincuenta gente como Moragas Gallisà, Miquel Milà, André Ricard o Rafael Marquina. Con los años se fue entendiendo la idea de que todo lo que nos rodea ha sido diseñado, y con el tiempo se consiguió poner en valor cultural y económico el diseño. Hasta hoy, en que el diseño español vende en todo el mundo. Pero los Xavier Mariscal o Juli Capella no habrían visto reconocida su obra sin el trabajo tenaz y contracorriente de los precursores. Uno de ellos, Rafael Marquina, el creador que más ha hecho contra las manchas de aceite, falleció el jueves a la edad de 92 años en Barcelona.
El arquitecto y diseñador Rafael Marquina, nacido en Madrid en 1922, comenzó a crear lámparas y otros accesorios para sus propios interiores. En aquel 1951 era deprimente realizar un interiorismo moderno y tenerlo que complementar con los anticuados muebles que se hacían en el país. Entonces Italia quedaba muy lejos, y promotores como Ermengol Passola todavía no habían iniciado importación objetos de la patria del diseño.
Cuatro años después ya deba cursos de diseño a estudiantes de magisterio, y en 1956 su colaboración con Moragas i Gallissà en el interiorismo de una casa en Sant Just Desvern llevó a ambos a integrarse en el movimiento fundacional del ADI / FAD (Associació Disseny Industrial / Foment de les Arts Decoratives). Quizás fue el principio de todo. Cuando en 1959 participó junto a Miquel Milà i André Ricard en las negociaciones para que jóvenes diseñadores industriales entraran en la junta del FAD, ya no había vuelta atrás. Se comenzaban a escribir de verdad las primeras páginas de una historia finalmente triunfal como es hoy la del diseño industrial en España.
Personalmente su obra dio un salto cualitativo de vital importancia dos años después. En 1961 el diseñador presentó las vinagreras Marquina, el primer dispensador que no provocaba manchas al usarse gracias a la superposición de dos conos, uno contiene el líquido y el otro recoge el que gotea del caño, bautizado como broc corb (caño curvo), un palíndromo en catalán. No fueron pocos los que, gracias a la creación de Marquina, descubrieron el sentido y la necesidad del diseño. Probablemente el creador también tiene el mérito de ser el padre de uno de los objetos más plagiados, triste récord.
Los electrodomésticos Fagor, la perfumista Parera, la actualización de la joyería Roca creada por Josep Maria Sert, o los interiores y exteriores de la nueva joyería de la Diagonal, la Dirección General de Educación Física y Deportes en Madrid y hasta una nueva cubertería presentada en 2011 son muestras significativas de una obra creativamente moderna y industrialmente potente, que ha situado el diseño español en primera línea internacional y que ha ayudado a vender a muchas empresas.