Con el nombre de Onomatopeya, por la representación de los sonidos
naturales de uso habitual en los tebeos, Luís Díaz, Josep Solá y Rai Ferrer
formaron un colectivo de cómic y ilustración. Una mañana se subieron a un 600 y
se fueron a Madrid a mostrar sus dibujos. Tenían la idea de hacer una serie
sobre la historia de España contada desde la óptica anarquista. Pero tuvieron
la mala suerte de llegar en pleno colapso por el asesinato de los abogados
laboralistas de Atocha y nadie les hizo ni caso. Enero de 1977, los meses más
oscuros de la Transición. El país no daba para más.
En Barcelona tuvieron más suerte y colocaron la idea en Por Favor: Tiempo de estampas, se llamó, pero
dibujaron a Millán-Astray en plan chulesco, y los denunció la Legión por
injurias al ejército y casi van a parar a la Modelo. España seguía sin dar para
más, pero los Onomatopeya contribuyeron a que la historieta y la lustración
formaran parte del relato cultural de la época. Rai Ferrer (Manciles, Burgos,
1942), uno de sus miembros, falleció ayer en Barcelona a los 75 años.
Ferrer se trasladó a Barcelona con su familia de pequeño, y de jovenzuelo
entró a trabajar en la editorial Bruguera haciendo recados. Aquello la permitió
conocer a los autores de la historietas, pero hacer paquetes y traer cafés no
era lo suyo: "así no me haría
dibujante nunca", o sea que se largó a la editorial Marco hasta que la
mili lo mandó a Lleida. Estando en el ejército leyó todo lo que pudo y hizo un
periódico mural con dibujos, poemas y letras de canciones de los Sírex que el
cura castrense rompía cada mañana; pero la suerte estaba echada.
De vuelta a casa se enteró de que en Argos necesitaban un director y ni se
lo pensó. Así nació la revisa Strong, que creó junto a Miquel Agustí. Fueron 90
números y 3 extras (entre 1969 y 1971) que dignificaron la historieta gráfica,
la internacionalizaron y le dieron un tono moderno y cosmopolita dando a conocer
historias como Lucky Luke, Spirou los Pitufos (que en catalán ya publicaba
Cavall Fort) o Gastón el Gafe, y autores locales como Jan con su Don Talarico. A
pesard e su vida breve, Strong ha marcado a más de una generación de lectores,
dibujantes y escritores; labró camino. El tebeo se hizo cómic, y los teóricos
de la comunicación comenzaron a escribir sobre ello.
Después fundaron Onomatopeya. En 1975 comenzaron a dibujar ya a la
Pasionaria y a Durruti, convertidos en personajes, no por militancia (Ferrer no
tuvo jamás carnet de nada). Tras el convulso final del colectivo a manos de la
Legión, Rai escribió un par de novelas y, en 1985, realizó el libro que había
estado incubando desde que su madre le contó que había visto el entierro del
líder anarquista Buenaventura Durruti, en 1936. 'Durruti 1896-1936', prologado por enrique Tierno Galván, y con
dibujos realizados a partir de archivos gráficos, fue un éxito sonado; el mayor
de la narración gráfica española en muchos años.
'Cien españoles de la razón y
la espada', biografías, poemas e ilustraciones con las que construyó un relato sobre
la historia de la República y la Guerra Civil y 'Vientos del pueblo', la historia ilustrada de la CNT en su
centenario, junto a Calros Azagra, fueron algunos de sus siguientes títulos más
reconocidos que fue creando mientras escribía críticas y artículos para Diario
16 o Diari de Barcelona. Dejó un guión para una historia de España que
ilustrará Azagra.
Este viernes, a les 17.45 en el tanatorio de les Corts, se oficiará el
funeral por Rai Ferrer.
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