Franz-Paul Decker se enamoró a primera vista de la orquestra, del Palau y de Barcelona. Heredero de Toldrà, Ros Marbà o Mas, el director alemán especialista en Wagner y que a los 22 años ya dirigía la ópera de su ciudad, dedicó toda su capacidad de trabajo y talento a hacer de la formación una orquestra con pedigrée internacional, cosa que consiguió, ya que además de estar presente en los mejores escenarios y festivales del mundo, la formación ha ganado en tres ocasiones el Grammy latino al mejor disco de música clásica (2000, 2004 y 2006).
Alumno aventajado de la escuela de música de Colonia, tras su paso por la ópera y una vez acabada la guerra, Decker fue nombrado director de la Orquesta Sinfónica de Wiesbaden y director general de música de Bochum.
Después de dirigir la Filarmónica de Rotterdam (1962-1967) y la Joven Orquesta Nacional del Canadá (1965), en 1967 ocupó la plaza que havía dejado Zubin Mehta al frente de la Orquestra Sinfónica de Montreal, donde estuvo hasta 1975. Al año siguiente fue nombrado director invitado de la Orquesta Filarmónica de Calgary y en 1980 director de la Sinfónica de Winnipeg. Su etapa canadiense terminó siendo investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Concordia (Montreal). Mientras tanto profundizó en el estudio y ejecución de los postrománticos como Mahler, Strauss, Reger, Bruckner o Hindermith.
Y entonces aterrizó en Barcelona. En 1986 se hizo cargo de la entonces OCB hasta 1991, y en 1993 fue nombrado director invitado principal de la Orquestra Simfònica de Barcelona y Nacional de Catalunya, formación que dirigió en numerosas ocasiones hasta 2006. Aquel año recibió la Creu de Sant Jordi. Durante este período compaginó la batuta de la OSBNC con las de les formaciones sinfónicas de Nueva Zelanda, Ottawa i Edmonton. Con todas ellas, además de con la de Buenos Aires, ejecutó con un éxito todavía recordado la música de Wagner y los postrománticos.
A pesar de que su concierto de Navidad con Luciano Pavarotti y la Orquesta de Montreal en la basílica de Môtre-Dame de la ciudad canadiense ha quedado como un hito en la historia de la música, Franz-Paul Decker también trabajó con solistas como Arthur Rubinstein, Jessie Norman, Kiri Te Kanava, Ida Haendel o Emil Gilels, pero siempre se recordará su larga amistad con Richard Strauss, a quién conoció en 1948 y con quién, de tarde en tarde, compartía una partida de whist. Pero claro, eso no pasa a los anales de la música.
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