Y de Jack Nicholson, Marlon Brando, Michael Caine, Jean-Paul Belmondo y Tony Curtis, entre muchos otros; y es que ser doblador da una suerte de don de la ubicuidad envidiable, y sin necesidad de dejar de ser uno mismo. “La actividad de doblar películas ha sido y es, algo desconocido y hasta cierto punto inherente, algo natural", decía en defensa de esta profesión hoy en día tan cuestionada Rogelio Hernández (Barcelona 1930) uno de los mejores dobladores de la historia del cine español y maestro de las generaciones posteriores. Rogelio Hernández falleció este pasado fin de semana en su ciudad natal a los 81 años debido a un cáncer de riñón contra el que luchó denodadamente durante largo tiempo, pero su voz permanece ya para siempre en el imaginario de los espectadores; es decir, en el de todos nosotros.
Son más de 1000 películas en las que resuena la voz de este catalán que se inició en esto del doblaje en Madrid poniendo la voz al personaje de Jeffrey Hunter en ‘Centauros del desierto’, un clásico de John Ford. En 1960 volvió de nuevo a Barcelona, donde no paró de trabajar hasta el año 2008, en que la vista, no la voz, le hicieron dejar los estudios. Durante los sesenta dobló a Jack Lemmon, Errol Flynnt, Cary Grant o Montgomery Clift.
En 1971 fue el asesino en serie ‘Escorpión’, del filme ‘Harry el sucio’, dirigido por Don Siegel. Durante el resto de aquella década prestó su voz a Burt Reynolds, Gene Wilder, James Caan, Robert Duvall y Michael Caine (en un tiempo incluso se le parecía) y en la década de los ochenta se convirtió en Jack Nicholson a partir de ‘El cartero siempre llama dos veces’, (1981) de Bob Rafelson. Antes de retirarse, y a petición de TV 3, participó en un doblaje en catalán, lengua con la que no se había atrevido antes por no considerarse suficientemente preparado.
Sus argumentos en defensa del cine doblado eran contundentes: “el público va al cine a divertirse, a distraerse, a reírse, a pasar miedo, a emocionarse y estoy convencido de que muy pocos comentarán al salir de la sala de exhibición '¡qué bien doblada está la película que hemos visto'', sostenía con firmeza.
Por toda su dilatada carrera, en 1986 fue galardonado por los compañeros de profesión en la ceremonia de entrega de los ‘Atriles de oro’ durante la Gran Noche del Doblaje que se celebró en Barcelona.
El funeral por Rogelio Hernández se realizó ayer en el Tanatori de les Corts de Barcelona.
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