Vehí era el poli con menos cara de poli que nunca se pueda conocer. Nació en Figueres (Alt empordà) en 1958. Hombre de profunda convicciones izquierdistas, hizo oposiciones a la policía local casi por casualidad. Unos amigos del PSUC le dijeron que también debía haber polis de izquierdas, él se lo tomó en serio, se presentó a las oposiciones y quedó el primero. Corría el año 1982, los ayuntamientos democráticos comenzaban a consolidarse y recomponer las viejas ciudades heredadas del franquismo, y Vehí no sabia en que se ganaría la vida después de licenciarse en historia. La vocación le llegó con el tiempo. Y después la pasión.
Agradable de trato, con una inteligencia vehemente, locuaz, ingenioso e incluso divertido en las distancias cortas (y en las cenas de escritores negrocriminales las distancias son muy muy cortas, casi exiguas), irrumpió en la escena literaria casi sin hacer ruido y se ha marchado de este mundo dejando un profundo vacío entre quienes lo conocieron. Debutó con ‘Abans del silenci’, (Pagès editors), premio Ferran Canyameres 2008, y ha dejado una novela lista para ser publicada en la editorial Al Revés, en la que el protagonista es uno de los personajes de aquella primera obra. Se cierra el círculo, premonición o sabiduría?
Tras aquella primera novela vinieron ‘Ginesta pels morts’ (Mare nostrum 2009), ‘Quan la nit mata el dia’, (La Magrana 2012) premio Crims de tinta 2011 i ‘Torn de nit’ (Al Revés 2012). Además de la novela ya entregada al editor, podría haber dejado otra prácticamente lista para ser editada. La crítica opina de él que era uno de los autores de novela negra más interesantes del momento.
A pesar de ello, Agustí Vehí se puso a escribir casi por casualidad. Lectores empedernidos tanto él como su esposa, fue esta quién le empujó a redactar las historias que él ya tenía en mente. Relatar y construir argumentos u personajes nunca fue un problema para el sub inspector de la policía local de Figueres. Su drama era pensar como lo acogería el lector; el respeto al público.
El pasado otoño un grupo de autores negrociminales fueron a visitarle a su domicilio. Lo vieron bien, con ganas de trabajar y con nuevos proyectos novelísticos en mente. Fue su despedida: locuaz, inteligente, amena, como siempre fue; siendo policía o siendo policíaco.
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