28/8/09

ISIDOR CÒNSUL, EL EDITOR QUE QUISO SER VERDAGUER


A Isidor Cónsul (Bellpuig 1948), editor y critico literario fallecido ayer en Barcelona víctima de un cáncer, le hubiera gustado ser Jacint Verdaguer, por la poesía, claro, no por el hábito, a pesar de que, cuando vi su foto con sotana de ‘mossèn’ en una revista, pensé que quizás si tenía algo de místico. Pero todo ese halo literario y espiritual, sin duda heredado del exhaustivo conocimiento de la obra del escritor de Folgueroles, no le impidió luchar contra la enfermedad desde el primer día con una intensidad y un positivismo raramente vistos. Oírlo hablar de su proceso canceroso entre las copas de un Sant Jordi fue una auténtica lección de humanismo.
Quizás fue ese mismo empuje vital el que lo llevó a aceptar la dirección literaria de Proa dejando la comodidad del trabajo docente en la universidad y el instituto. Programar el sello narrativo y ensayístico del grupo Enciclopedia Catalana era entonces un reto complejo, con un fondo editorial mayúsculo y una gestión comercial deficiente, la marca de prestigio de la editorial de los patricios catalanes andaba dando palos de ciego entre editores demasiado modernos para los dueños, y dueños demasiado anquilosados para los tiempos que corrían. Reflotar Proa, convertirla en el sello de prestigio a que siempre aspiró y no supo, conseguir hacer superventas a Montaigne y compaginarlo con Carme Riera, Patrick Modiano o Paolo Coelho no fue tarea fácil, como tampoco lo fue hacer de un poeta un best seller. Y hoy en día no hay libro de Joan Margarit que no se venda por docenas de miles.
Isidor Cónsul estudió magisterio y filología románica, tuvo una profunda vocación por la docencia solo superada por la editorial, hizo crítica en el Avui, Serra d’Or, el Temps y Cultura y fue uno de los máximos estudiosos de la obra de Verdaguer, del cual publicó una antología, una biografía, ‘Perfils de Verdaguer’, y escribió una seria para la radio pública catalana, ‘Verdaguer 100 anys’. Y todavía tuvo tiempo para ser el secretario del Centre Català del Pen Club entre los años 1988 y 1996, y presidente del Comité de Traducciones i Derechos Lingüísticos del Pen Club Internacional entre el 1995 y el 1999.
Lamentablemente fue mucho menos conocida su faceta como escritor, pero libros como 'Cinc estacions: un dietari', 'En el nom del pare' o el más reciente ‘Tractat de geografia’ (premio Marià Vayreda) conforman una opbra de prosa de no ficción que él siempre defendió con argumentos, pero que lamentablemente está desapareciendo del mercado editorial.