5/2/15

Joan Potau, actor, director y guionista de cine

En una cultura tan ultra especializada como la actual ya no hay lugar para las mentes renacentistas, gente capaz de hallar el talento en la disciplina que se proponga, personas radicalmente creativas, individuos que no conocen más límite a la hora encontrar una historia y ser capaces de contarla, que su capacidad de crear. Joan Potau (Barcelona 1945) era uno de ellos, pero el martes falleció en su ciudad debido a complicaciones renales. El miércoles, un día gélido en Barcelona para tanto calor como él transmitió, recibió el adiós de sus amigos y compañeros de profesión, que no eran pocos.
Potau nos dejó entre los Gaudí y los Goya, entre los días grandes del cine catalán y del español; tal y como él vivió y trabajó. Debutó como guionista en la serie protagonizada por Guillermina Mota y dirigida por Sergi Schaaf, Les Guillermines del rei Salomó (1981), para TVE Catalunya, y obtuvo un Goya en 1992 por el guión (en solitario) de El rey pasmado, de Imanol Uribe. Y der ahí, hacía arriba, porqué Potau había comenzado desde abajo: Institut del Teatre, en las épocas libertarias Saló Diana junto a Mario Gas, guiones para cómic más o menos underground, y un poco de todo hasta la tele. En 1984 escribió Ahí te quiero ver, para lucimiento de Rosa Mª Sardà, redactó escaletas para concursos como Ya se que tienes novio (con Tino Romero), y entró en el cine colaborando con Gonzalo Suárez en Epílogo (1984), y trabajando en el guión de Barrios Altos (1987), de José Luís Berlanga.
Compaginó la faceta de escritor con la de intérprete, trabajando en papeles secundarios en Barcelona Sur (1981) de Jordi Cadena, Crits sords (1984) de Raúl Contel, La guerra de los locos (1987) de Manolo Matji y Demasiado viejo para morir joven (1989), primer film de Isabel Coixet. En televisión lo vimos en las series Turno de oficio (1986), donde conoce a Carmen Elías, con quien estuvo casado, o La mujer de tu vida (1990).
A pesar del Goya de 1992 por su trabajo de guionista, Joan Potau siguió haciendo papales pequeños en títulos como Makinavaja, el último choriso (1992) de Carlos Suárez, Belle Epoque (1992) de Fernando Trueba, El passatger clandestí (1995) de Augstí Villaronga, Airbag (1997) de Juanma Bajo Ulloa y Haz conmigo lo que quieras (2003) de Ramón de España.
Volvió a la escritura con Imanol Uribe en Bwana (1996), y Historias de la puta mili (1994) de Manuel Estéban sobre el cómic de Ivà, pero tres años después se aventuró al escalón al que no se había encaramado todavía, la dirección. No respires: el amor está en el aire (1999), comedia situada en la Barceloneta, fue su debut tras la cámara. Le siguió San Bernardo (2000), con Alberto San Juan y terminó con la secuela del personaje de Elvira Lindo: Manolito Gafotas en !mola jefe!.
Con Isabel Coixet trabajó de nuevo en el guión de A los que aman (1998), y actuó en su último film, Mapa de los sonidos de Tokio (2009). A la sazón firmó también algunos episodios de la serie El Comisario, otra vuelta de tuerca en su registro creativo. "Es un papel más en una carrera construida, como te decía antes, sobre la improvisación permanente". Así le gustaba hacer a este renacentista del cine.