Mataró es una de las capitales catalanas de las artes plásticas. Con una gran
vitalidad durante las primeras décadas del siglo, es tras la guerra cuando el
pintor Rafael Estrany (1884-1958), quien contribuyó a salvar numerosas obras
durante la contienda, inicia una época que coloca a la capital del Maresme en
primera línea de la creación artística. Desde entonces, son varias generaciones
de pintores con nombres como Francesc Fontanals, Santiago Estrany, Jaume
Arenas, Manuel Cuyàs i Duran, Manuel Cusachs, Josep Novellas, Josep Maria Rovira
Brull, Terri, Eduard Alcoy, Perecoll, Marta Duran o Josep Maria Codina, por
citar algunos, las que han hecho de Mataró una auténtica ciudad de las artes.
Jordi Cuyàs, hijo de artista, formaba parte de la generación que irrumpió a
primeros de los 80 con un discurso transgresor y multidisciplinar que situó a
la ciudad en línea de la modernidad. Pero Cuyàs falleció el jueves por la tarde
de manera repentina, dejando en estado de shock a Mataró.
Jordi Cuyàs (Mataró 1957) estudió comercio porqué su padre, el dibujante y
pintor Manuel Cuyàs i Duran, insistió en qué se preparara para poder dirigir
algún día el negocio textil de la familia. Pero él quería ser pintor y, tras el comercio, se matriculó en el instituto
Alexandre Satorras, donde nos conocimos, fuimos compañeros de clase, amigos y,
lo confieso, hizo por mi alguna lamina: dibujar no es lo mío. Tipo tan genial
como humilde, años después me resumía su vida con esta sencilla frase: "Mi padre me pidió que estudiara
comercio para tener algo seguro con que ganarme la vida, y que pintara como
hobby. Al final toda la industria textil de la ciudad cerró, y yo me gano la
vida con el arte". Un día de finales de 1979 nos encontramos por la
calle. y me dio una octavilla: era una invitación a su primera exposición;
cromos y dibujos junto al polifacético Terri. Había nacido el artista.
Jordi Cuyàs, hermano del periodista Manuel, fue un artista plástico total.
Se licenció en bellas artes y practicó la pintura, la escultura, el dibujo, el
diseño gráfico, el vídeo arte, la performance y la docencia en la escuela de
arte Pau Gargallo de Badalona. Además de numerosas exposiciones por toda
Catalunya, Cuyàs realizó carteles, catálogos, folletos, calendarios e incluso
imágenes de marca como la de la Biblioteca Pompeu Fabra o la de la sala de
exposiciones de Can Palauet, entre otras. Él mismo se definía como un artista
visual.
Muestra de su prolija creatividad multidisciplinar, a principios de los 80,
junto al poeta Josep Manuel Calleja i al escultor Jaume Simon, fundó el grupo
CAPS.A.. Heterodoxos y transgresores, tras unos años de intensa actividad, y
otros de barbecho, sorprendieron en 2013 con 13 acciones (una por mes i el
resumen), en las que invitaron a participar a poetas, narradores, bailarines,
músicos, estudiantes y ciudadanos de Mataró en general. Fue una pequeña, pero
poderosa, revolución en medio del erial cultural de los años más duros de la
crisis.
Pero la obra por la que mucha gente, vecinos incluidos, conocen a Jordi
Cuyàs es sin duda La Matarona, una escultura modular que realizó en 1986 junto
a Jaume Simon, que puede tener muchas formas y que, tras pasearse por diez
espacios urbanos de toda Catalunya, presidió la plaza de Europa de su ciudad
hasta que unas inoportunas obras hicieron que se retirara. El ayuntamiento
lleva tiempo anunciando una próxima ubicación. El propio artista me lo anunció
hace...
Pero Jordi Cuyàs era un hombre generoso y sin afán de protagonismo, que
prefería hablar con el arte y situarlo en el centro de la vida. Quizás por eso
sonreía tan a menudo.
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