Leyenda cubana, las canciones de Máximo Francisco
Repilado, Compay Segundo, son tan longevas como él. Triunfante en los 40 y 50 y
relanzado por Ry Cooder en Buena Vista social Club, su Chan Chan sin duda pasará
a la historia de la música popular. Compay renace el sábado en Barcelona con el
grupo que hoy lidera su hijo Salvador.
El grupo de Compay Segundo en el salon 1930 del hotel Nacional de la Habana, donde actua regularmente |
La Habana es una ciudad ruidosa. Los motores de los
viejos coches, las conversaciones, la música; todo suena fuerte, señal de
civilización intensa y sensual. Por suerte para el oído poco hecho, el mar de
sonidos que inundan la ciudad desde el Malecón hasta Revolución y desde la
Habana Vieja hasta Playa pasando por Vedado, se suceden a un ritmo cadencioso y
lírico, como de habanera o son, dejándose mecer por el Caribe. Y así la vida
pasa más fácil.
Desde la terraza del apartamento en Zanja con Padre
Varela, un moderno edificio racionalista de 1952 y que se sostiene en correcto
estado gracias al organizado vecindario, es imposible abstraerse a la idea de
que esta ciudad nació para la música. Ya durante la dominación española la
contradanza tuvo un gran éxito en el café de la Lonja, a la entrada de O'Reilly
y, hacia 1855, el danzón emigró de Matanzas para instalarse en la capital y ser
declarado baile nacional cubano. Poco pudieron las influencias europeas (francesas
y alemanas), más que nombrar Café París a un bar de la Habana vieja. Así, la
guaracha triunfa en el teatro Alhambra, la rumba africana y las viejas trovas habaneras
comienzan a mezclarse con descaro con las jazzband. Cuando la guitarra cambia el rasgueo por las armonías,
acordes y arpegios aprendidos del jazz, nace el bolero. Y de él, el son "el son es
el padre y la madre de la música cubana. Fue una evolución moderna del bolero", dice Salvador Repilado, hijo de Compay
Segundo, contrabajista y director del grupo que fundó su padre en los 50. El
son, que nace en la zona oriental de la isla, alrededor de Santiago, pero
estalla en 1920 con el Sexteto Habanero en la capital, emfebrecida de música,
baile y fiesta ya en las primera décadas del siglo. "En aquel momento la concentración de gente, locales y
instituciones en la capital son fundamentales para promover el arte. A pesar de
ello a los santiagueros se nos reconoce la paternidad del son", asegura
Salvador. "Nosotros tenemos el club
que fundó Company Segundo en la Sala 1930 del Hotel Nacional, un símbolo en
Cuba, donde seguimos tocando y gente de todo el mundo viene a bailar y a
escuchar."
Desde la
terraza del apartamento la Habana se despliega como un lienzo. El Nacional, las
antenas de Cubavisión, el Habana libre, el parque Copelia y por allá Artex, la
tienda donde descubro a Alejandro y sus Onix, César López y la Habana Ensemble
y Dayramir, pero donde dicen no saber nada de Gonzalo Rubalcaba, claro, a pesar
de haber gravado, con Charlie Haden, dos grandes discos de música cubana:
Nocturne y el reciente Tokyo. Y Avenida 23 abajo, la Zorra y el Cuervo, el club
donde Rubén Fonseca se reserva los jueves que no está girando por medio mundo.
Y a los pies, la calles de Centro que recorren Ry Cooder
y su hijo en un viejo side Ural hasta
el desvencijado estudio de grabación donde, en 1997, la música cubana resurgió.
"Lo importante fue que todo eso
sucedió en el lugar y el momento adecuados. La administración Clinton buscaba
por entonces un acercamiento a Cuba, y
la música fue el camino. Hubo un gran
concierto en el teatro Carlos Marx de hermanamiento con la participación de
artistas cubanos y norteamericanos. Y ahí se fraguó el Buena Vista Social
Club", recuerda Salvador "La
importancia del disco es que es la última gravación que reunió a todos los
grandes de la música cubana. Es un autèntico archivo histórico y el disco más
representativo de nuestra música, el mejor gravado y el más vendido",
dice recordando la gran cantidad de ensayos que se hicieron en su casa, la
gente que por allí pasó, el ambiente, el cuidado con el que trató Ry Cooder a múisca
y músicos. "Company ya era artista
Warner España cuando Ry lo llamó para participar. Le autorizaron aparecer, però
solo en determinadas canciones", sostiene. Y de entre todas, la
historia de Juanica y Chan Chan, la más popular de las canciones de Compay. Para
no quedar como un one hit wonder, su
hijo defiende su trayectoria: "de
joven fue torceador de puros. Con el dinero que ganó se compró un clarinete y
entró en la banda municipal de Santiago que dirigía Enrique Bueno. De allá se
fue a México con Benny Moré. Después inventó el armónico (mezcla de guitarra y
tres). Cantó por todo el mundo, hasta en el Palau de la Música. Nosotros
queremos llegar a ese escenario también".
Company Segundo con el armónico, instrumento de su invención (FOTO Andina) |
Del Chan chan a los Stones
Con la recuperación de las relaciones y el turismo americano, la música cubana
se va a convertir en una simple atracción para turistas? "Estas tradiciones no se han de perder jamás.
Quizás todo se vuelva un poco más turístico y comercial, pero quizás viene a la
isla otro Ry Cooder a descubrir, por ejemplo, la música del Oriente profundo,
que es muy rica y interesante", sostiene un optimista Salvador
Repilado.
Murieron felices los viejitos de Buena Vista Social Club (Rubén
González, Ibrahim Ferrer, Orlando Cachaíto
López, Manuel Puntillita Licea;
tantos años abandonados, políticamente olvidados: "Si, por qué su música sigue viva hasta hoy", asegura el
hijo de Compay. Però que garantia hay que este patrimonio musical de la
humanidad siga vivo con el alud de turismo depredador que se le viene encima a
la isla? "Las trovas hablan siempre
de amor y de amistad. No hay agresividad. Y si hay un doble sentido a veces es
simpático. Este es un mensaje para todo el mundo". Que Compay le oiga.
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