Los curas del colegio decían siempre que, cuando los mayores hablaban, los
niños callaban. Eso no lo dirían hoy en día, el ejemplo de Josep Mª Ballarín
las destrozaría la norma. Sacerdote, escritor, colaborador en prensa, radio y
televisión, conferenciante y polemista, Ballarín era un sabio de pueblo que
nunca se callaba nada; fuera para bien o para mal, para ensalzar a la virgen o
para criticar la curia eclesiástica. Y la gente normal, esa a quien de pequeña
el hermano o la monja los habían hecho callar sin argumento alguno y que se han
ido alejando de la iglesia, lo veneraban como a un santo. Pero Ballarín era un
ser humano, y muy humano, que nació en 1920 en Barcelona y falleció el viernes
en Berga a los 96 años.
Ballarin se hizo popularísimo gracias a su novela Mossèn Tronxo (1989),
donde relataba la vida y reflexiones de un cura de pueblo. Siendo una novela
muy correcta y escrita en un catalán brillante y rico, la popularidad de la
obra se debió por encima de todo a la tremenda similitud entre el personaje y
el propio autor, cosa que él nunca negó. De hecho recordaba a menudo que la
idea de la novela surgió cuando estaba charlando con unos jóvenes en el
Santuario de Queralt, que fue su parroquia durante 35 años. Oyéndole relatar sus aventuras y desventuras de
cura rural, siempre sazonadas con enormes conocimientos y reflexiones de un
humanismo radical, uno de aquellos jóvenes le propuso que quizás debería
escribir una novela donde cupiera todo aquello. Y así nació uno de los mayores
éxitos editoriales en catalán, con más de 1000.000 ejemplares vendidos hasta la
fecha.
Tras estudiar el bachillerato en los escolapios, Ballarín hizo la guerra en
la Quinta del Biberón. Detenido y llevado a un campo de concentración donde
enfermó de tisis, curó tras seis años de reposo en Matadepera (Vallès
Occidental). En todo ese tiempo leyó y decidió hacerse sacerdote. En 1946
ingresó en el Oratori de Sant Felip Neri, de Gràcia. Estudió teología en el
seminario de Solsona, ejerció de profesor y fue prefecto allí hasta que el
cardenal Tarancón le mandó a Santa Maria de Queralt (Berguedà) en 1958. Un
incómodo menos, por qué Ballarin siempre actuó en el seno de la iglesia con
absoluta libertad, sin importarle la incomodidad de sus crítica o reflexiones.
En 1988 fue nombrado vicario de Gósol. En este municipio al pie del Pedraforca
será enterrado el sábado, tal y como era su deseo.
Los 35 años en el santuario de Queralt los dedicó a escribir y a pensar.
Más de cuarenta libros y un número ingente de artículos en el Avui, Serra d'Or,
Qüestions de vida cristiana y un largo etcétera, además de colaboraciones en
Catalunya Radio y TV 3. Tras una segunda parte de las andanzas de su Mossèn, en Tronxo m'hi torno (1994), con
Santa Maria, pa cada dia, ganó el premio Ramon Llull de las letras catalanas en
1996. Pluja neta, bassals bruts, (2013) fue su último título publicado.
Sin ningún tipo de duda Josep Mª Ballarín era el cura más popular de
Catalunya, y no necesariamente por salir en la tele, sino por la franqueza,
claridad y libertad con que siempre se expresaba. Así hizo creíble el mensaje
del evangelio justo cuando más desprestigiada estaba la iglesia por su
connivencia con el poder político y financiero. Ballarín criticaba aquello;
era, ante todo, un ser humano, y como tal pensaba y se expresaba. La gente lo
veía uno de los suyos, débil e indefenso
como ellos. Esa fue su grandeza: ser un auténtico Mossèn Tronxo de los que no
hacen callar a chicos ni mayores.
En 1995 recibió la Creu de Sant Jordi, y también estaba en posesión de la
medalla de oro de la ciudad de Berga.
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