Fue especialmente penosa la postguerra para los artistas. A primeros de los cuarenta los sueños de fama y aplausos se diluían como el humo de los cigarrillos que amarilleaban las fotografías de viejos espectáculos. El Circo Español, decano de los locales del Paralelo, vivía sus últimos días de gloria, y en el London bar, en Nou de la Rambla, calle del barrio Chino que desemboca en el Paralelo llena de academias de baile, agencias de contratación y prostíbulos, los sueños de sus parroquianos se confundían con la triste realidad. Los artistas de circo instalaron en él su tertulia, bebiendo y charlando sin parar y recordando días mejores, y allí acudían también para buscar algún contrato, por mísero que fuese.
Tras haberse paseado por los mejores circos de la Europa de entreguerras formando parte de los célebres números de barras de los Oliveras o los Keystone, acabada la guerra Luís Raluy Iglesias volvió a su casa en Sant Adrià del Besòs. Por su calidad, fue contratado por circos como Feijóo, Royal, Romero o Maravillas; él fue de los que prefirió el sueldo fijo a una incierta aventura empresarial. Quizás por esto no creó su própio circo com hicieron colegas suyos del London bar como los Álvarez, Silvestrini o Wernoff. Pero en aquel bar deNou de la Rambla Luis Raluy concició a una joven de una família de Igualada buena posición y se enamoraron. Fascinada por el ambiente artístico y bohemio del circo, Marina Tomàs desoyó consejos y amenazas, renunció a su família burgesa y bienpensante y se casó con el artista. Ese fue la prehistoria del Circ Raluy, una autèntica joia ambulante, museo vivo del circo, multipremiado, admirado y poseedor de uno de los espectáculos más aplaudidos de las carpas europeas por su capacidad de unir tradición, modernidad y una impagable clase artística fruto de la herencia de una saga. Su matriarca, Marina Tomàs Jorba, falleció a pie de pista a los 93 años el pasado día 13 en Mataró, donde el circo actuava.
La joven pareja artística obtuvo el reconocimiento de los mejores circos de toda Europa, el Cirque d’Hiver de Paris, Cirque Bouglione, el Chipperfields Circus o el Blackpool Tower Circus. Su número del hombre bala trimfó en toda Europa, y en 1960, contratados por el circo do Brasil, se embaracron en una larguíssima gira asiática que terminó en tragedia. Estando en Japón, una hola de frío acabó conm la mayoría de los animales, y no fue fácil vovler. Dos años después, las riada del Besòs se llevó su casa por delante y los Raluy volvieron a empezar. Los circos Moira Orfei (Italia), Toni Boltini (Holanda) y Amar (Francia) vieron a un público enfervorizado por sus números. Entre gria y gira habían nacido Luis, Carlos, Eduardo y Francis, los continuadores de la estirpe.
Hasta entrados los setenta los Raluy no fundaron su própio circo. Fue en Portugal, donde adquirieron el circo París y decidieron emprender la aventura familiar bajo el nombre de Alabama primero y Moscovo después, que se convirtió en Moscú a su vuekta a España. Con los hijos al mando de la empresa, bajo los nombre comerciales de Ringling, Ringland, Wlliams o España los Raluy giraron por África, las Antillas, el Caribe Islándia o Madagascar, juntos o separados por parejas. Hasta que en 1992 volvieron triumfantes a Catalunya bajo el nombre de circ Raluy. Obtuvieron el premio nacionald el circo en 1996 y la Creu de Sant Jordi en 2006. Hoy el circo és, además, un museo viviente, pués recupera los remolques y carruages de época que adquiere por toda Europa, que restaura y en los que viven y trabajan. La vida a veces és redonda como una pista de circo, Marina Tomàs lo sabía.