El abogado, político e historiador Josep Benet (Cervera 1920) falleció ayer en Barcelona a la edad de 87 años. La capilla ardiente está instalada desde las diez de la mañana en el Saló de Sant Jordi del Palau de la Generalitat, un privilegio reservado a las grandes personalidades del país, y los funerales se celebraran a última hora de la tarde.
Benet, que el próximo 14 de abril habría cumplido 88 años, fue el senador más votado en los primeros comicios de la democracia con más de un millón de sufragios, quizás por su doble condición de ‘republicano y montserratino’, como se define él mismo en el primer volumen de sus memorias ‘De l’esperança a la desfeta’ (de la esperanza a la derrota) que aparecerán publicadas por Edicions 62 el próximo día 27. Nacido en la misma fecha en que se proclamó la segunda república y bautizado el día de la virgen de Montserrat, la coincidencia de fechas le sirvió al político e historiador para enmarcar simbólicamente su ideario politico.
Benet cantó en la escolanía de Montserrat de niño, se afilió a la Federación de Jóvenes Cristianos de Catalunya siendo un adolescente y, movilizado con la quinta del biberón en 1938 y muy identificado con la causa republicana, en todo el conflicto bélico no dejó jamás de ayudar a los cristianos perseguidos. Tras la contienda estudió derecho en Barcelona, continuó trabajando en organizaciones católicas y fue presidente del FURC (Front Universitari de Resistència Catalana) y posteriormente del FUC (Fornt Universitari de Catalunya).
En 1952 comenzó a ejercer como abogado, a la par que su actividad pública se intensificaba colaborando en proyectos y organizaciones de carácter catalanista, democrático y católico. La Nova Cançó, Edicions 62, de la que fue co editor junto a Max Cahner y donde comenzó a publicar su extensa obra ensayística, Unió democrática de Catalunya, La Comissió Abat Oliva y así hasta llegar a la Assemblea de Catalunya, plataforma unitaria de todas las fuerzas democráticas y auténtico banco de formación de los cuadros políticos que protagonizaron la transición en Catalunya. Así fue como en 1977 y 1979 fue elegido senador por la “Entesa dels Catalans”, candidatura unitaria que englobaba a socialistas, el PSUC, l’ERC y Estat Català. Benet formó parte de la Comisión Constitucional, de la Comisión de Defensa Nacional y de la Comisión especial para la defensa de les autonomías. También fue miembro de la Comissió dels Vint, encargada de redactar el proyecto de Estatut de Catalunya. En 1980 fue elegido diputado al Parlament de Catalunya, y pocos años después protagonizó una moción de censura contra Jordi Pujol en la que él era el candidato a substituirlo. El carácter argumentado y reflexivo de su discurso fue una arma arrojadiza contra el proyecto de moción, siendo respondido con enorme dureza y resentimiento desde los bancos convergentes. A pesar de ello, Jordi Pujol ha sido siempre uno de los grandes amigos y defensores de Joseph Benet y de su obra.
Desde ‘Maragall y la setmana trágica’, su primer ensayo histórico de 1963, hasta Carles Rahola, afusellat (1999) o su primer volumen de memorias, que será su obra póstuma, Josep Benet quedará en el recuerdo como un de los más serios y rigurosos investigadores de la historia contemporánea de Catalunya. Empeñado en una memoria histórica justa y rigurosa, había manifestado en ocasiones su desacuerdo con el proyecto de memorial democrático del actual gobierno de la Generalitat por considerar que no hace justicia equitativa para con todos los muertos y represaliados del conflicto civil. Y es que Josep Benet mantuvo hasta el último aliento de su vida la difícil coherencia entre ser republicano y montserratino, de izquierdas y católico. Quizás por eso mucha gente no entendió como, en la reciente campaña electoral, pidió el voto públicamente para Duran Lleida.
Publicat a El Mundo del siglo XXI
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