28/5/17

Manuel de Seabra, escritor, periodista i puente cultural entre Catalunya i Portugal

Un periódico portugués de 1961 publicaba el siguiente anuncio: "Novedad literaria, Pere Calders (el poeta del absurdo cotidiano). Por primera vez editado en Portugal, acaba de aparecer en traducción de Manuel de Seabra el gran escritor catalán Pere Calders, que la crítica compara con Poe, Kafka o Chamisso por la extraña ambientación en la que discurren sus cuentos, entre los cuales figuran verdaderas obras maestras de la literatura fantástica". Corrían tiempos difíciles para la cultura catalana. El franquismo de había instalado, ya no solo en la calle, sino en las mentes. Barcelona era una ciudad gris y por sus calles la gente pasaba sin mirarse ni mirar hacia los lados. Lisboa no ofrecía un panorama mucho más halagüeño, pero ahí había alguien empecinado en demostrar que las culturas ibéricas podían construirse conociéndose entre ellas y tendiendo puentes al margen del relato oficial del autoritarismo dominante. Manuel de Seabra (Lisboa 1932), el portugués que más amó Catalunya, falleció el pasado lunes en Barcelona, una ciudad que él también contribuyó a hacer más luminosa, a los 84 años de edad.
Manuel de Seabra llegó a conocer el catalán a mediados de los 50 a través del interés por el esperanto. En 1954 ya publicó una primera antología de literatura catalana en portugués, y veinte años después una de novísima poesía. La conexión estaba hecha: Agustí Bartra, Félix Cucurull, Salvador Espriu o Víctor Mora, además del ya citado Calders, fueron algunos de los autores catalanes traducidos por Seabra. En las jóvenes generaciones que se iban incorporando al antifranquismo, el iberismo, esa quimérica idea de acercamiento hasta la unión de los pueblos de la península, simplemente no existía. Casi nadie había leído a Gaziel, y el libro de Cucurull 'Portugal i Catalunya' tenía una circulación muy limitada. Traduciendo y escribiendo artículos en la prensa catalana y en la portuguesa, más que reabrir el camino el iberismo decimonónico, que había acabado en los años treinta con Maragall, Unamuno, Joaquim Casas, Almada Negreiros, Orpheu y la Generación del 27, Manuel de Seabra contribuyó a vertebrar un nuevo marco de diálogo entre las culturas catalana y portuguesa que ha dado una nueva hornada de lusófilos como Sebastià Bennasar, Jaume Benavente o Lluís Anton Baulenas, además de Joaquim Sala-Sanahuja, estudioso de la obra de Cucurull y de la de Seabra.
Manuel de Seabra era un hombre de su tiempo: inquieto, curioso y convencido de que las lenguas eran el mejor vehículo de conocimiento: Viajó por Suecia, Dinamarca, Bélgica, Alemania, la Unión Soviética, Reino Unido y Brasil, y fue locutor de la BBC entre 1963 y 1971. Posteriormente fue corresponsal del diario Avui en Portugal, mientras traducía los autores catalanes a su lengua materna. Pero en 1980 se instaló definitivamente en Barcelona, donde tradujo al catalán autores imprescindibles de la literatura universal como Henry Miller, Jack Kerouac, Tom Wolfe, Tolstoi, Maiakivski, Bulgakov y los lusos Miguel Torga, Fernando Pessoa o Jorge Amado.
Tras publicar el primer 'Diccionari Portuguès-Català', comenzó a usar el catalán como lengua de creación literaria. 'Els exèrcits de Paluzie' (1982), 'Conèixes Blaise Cendràs?' (1984), 'Paisatge amb figura' (1986), 'Fer senyors a la Plaça Roja' (1986), 'El dia que Jesús va triar Judes' (1995) y su útlima novela, 'Odieu-vos els uns als altres' (2004). Su obra ha sido traducida al catalán, al portugués, al esperanto, al ruso y al ucraniano. En el 2001 recibió la Creu de Sant Jordi.