25/7/17

Una vida por el arte

Tras medio siglo de crítica de arte, Daniel Giralt-Miracle dona su colección, "de intercambio por amistad", al Museu de Valls, centro con una coherente colección de finales del XIX hasta hoy.

Daniel Giralt-Miracle durant la presentació de l'exposició de la seva col·lecció, al Museu de Valls
Daniel Giralt-Miracle es del barrio de Gràcia hasta la médula. Su estudio está en el mismo local en el que su padre, Ricard, tenía su taller de artes gráficas y tipografía; pero "deseaba tener un pueblo", reconoce, "un lugar donde contribuir a la idea que me enseñó el conseller Max Cahner (quién lo fichó en 1980 para dirigir el servicio de arte de la Generalitat) de desplegar la cultura artística a todo el territorio". Y se fijó en Valls: "mis suegros se retiraron aquí y venía a menudo. Hice amigos, conocí la gente del museo y me invitaron a hablar de Miró o de Català-Roca. Me interesó porqué, siendo modesto, está modélicamente gestionado. Tiene una colección coherente que, gracias a las donaciones de la burguesía local, traza un recorrido por el arte catalán desde finales del XIX hasta los 60. Y yo comienzo a trabajar exactamente en 1966, época de Destino. Mi colección se complementa con la que ya tenía el museo".
Con el nombre de 'L'art d'una vida', una selección de 155 de las 308 obras de 210 artistas que ha cedido el crítico se exponen durante todo el verano en su nueva casa. El director, y único técnico que ha tenido jamás el museo (creado en 1954) es Jordi París. Afable y hablador, me recibe al pie de las escaleras que suben hasta el segundo piso de una vetusta casa de cultura que el Ministerio construyó a finales de los 60, cuando el consistorio pidió un museo. Llego al rellano resoplando y casi ruedo escaleras abajo de nuevo: un magnífico Viladecans y una no menos espectacular foto de Toni Catany me contemplan. Giralt-Miracle me dio una opinión modesta de su colección: "no tiene valor en sentido económico, pero si un precio. Explica el recorrido del arte en los momentos principales de los últimos 50 años: el cinético, el pop, la nueva figuración, la abstracción, las nuevas tendencias jóvenes; de Miró a Barceló, para entendernos".


Me dejo llevar por el director entre Aguilar, Cuixart, Cano, Ràfols, Guinovart, Zush, Tàpies, Solano, Pericot, Fontseré, Fontcuberta, Vila Grau, Madola... en fin: "no son obras de coleccionista rico, son obras de intercambio por amistad", insiste Giralt-Miracle. Pero claro, solo con un trabajo riguroso, generoso y entusiasta como el suyo dando clases en la universidad o en ELISAVA, comisariando exposiciones o el año Gaudí, y gestionando el MACBA o la Fundació Caixa de Catalunya, se llegan a tener amigos así. Y con los amigos llegan las anécdotas: dos diminutas piezas, casi miniaturas, de una exposición de un joven Barceló donde no se vendió nada "aquel día me preguntó donde estudiar arte en Barcelona"; el rescate del anonimato de Pic Adrian, artista de origen judío refugiado en Barcelona, donde vivió hasta su muerte; un gran cuadro de Llena, "el único comprado y, a partir del cual, trabamos una buena amistad"; el gravado de Goya que su padre, Ricard, compró en 1940 o algunas obras abstractas de autores próximos al museo de arte de Cuenca, "les hacíamos los catálogos en casa, y con mi padre íbamos cada dos por tres a Cuenca". Un recorrido por una vida.
El director del Museu de Valls recuerda como surgió la idea de alojar obras del crítico en su centro: "todo comenzó con la exposición de Chillida en la Pedrera. Hicieron un gravado y tuve la osadía de pedir uno. Pero se vendieron rápidamente y no pudo ser. Poco tiempo después Giralt me propuso ceder cien gravados de su colección. Tuve que pellizcarme para darme cuenta de que no estaba soñando". A aquellos, expuestos en el museo en el año 2000, siguieron otros cien, y ahora estas 308 obras. "Y este Alfaro", me indica Giralt señalando una bella obra situada en un extremo de su estudio "también va a ir allí un día u otro"; como ha hecho con más de 5000 libros que han ido ya al Museu de Montserrat; y ya prepara el traslado de la obra de su padre al Museu del Disseny. Es una vida por el arte lo que Daniel Giralt-Miracle pone ahora a disposición del público. Un largo y nada fácil camino del que ahora nos beneficiamos todos. La forma más humanista y anti comercial de entender la cultura.
Comentant al públic com Perico Pastor li va regalar dos originals
Valls, museo modélico
Inaugurado en 1954, el Museu de Valls es paradigma de centro comarcal de arte. Con donaciones como las del doctor Estil·les, medico de Manolo Hugué, las más de 250 obras del matrimonio Rodón-Giró, las del arquitecto Cèsar Martinell, la colección de Francesc Català Roca, hijo de Valls, y ahora la de Giralt-Miracle, ha creado un recorrido coherente por el arte catalán desde finales del XIX hasta hoy. Sus fondos cuentan con obras de Nonell, Vayreda, Meifren, Llimona o Urgell. La colección de Manolo Hugué; Tapies, Miró, Brossa, Mercadé, Ràfols-Casamada, Guinovart y, de las últimas generaciones, Llimós, Bartolozzi o Amat, además de fotografías de Català-Roca, Gomis, Colita, Miserachs, Pomés o Maspons.
El museo se ampliará hacia otro piso de la casa de cultura que lo aloja con a penas 150 mil euros.
Obra de Jaume Mercadé, fill de Valls, que forma part del fons del museu