3/11/16

José Batlló, poeta, editor y librero

En tiempos digitales de liquidez y liquidación, hablar de la poesía como un instrumento para remover conciencias puede resultar fatuo. Se editan y venden pocos libros y el público que suele llenar los recitales busca solo la experiencia estética (o sentimental) del momento. Pero hubo un tiempo en que eso no fue así. Gabriel Celaya puso en verso el compromiso político de una generación de escritores y la poesía que se editaba, fotocopiaba, recitaba e incluso vendía, era realmente una propuesta de ensayo para un futuro digno. José Batlló era uno de aquellos agentes que, desde todas las trincheras literarias, hicieron que la poesía estuviera en la vanguardia de la transformación social y política de España. Batlló, nacido en Caldes de Montbui (Barcelona) en 1939, falleció el martes a los 77 años.
Criado y crecido en Sevilla, Battló comenzó allí sus andanzas culturales. En 1962 creó La Trinchera (frente de poesía libre), revista de la que publicó tres números y en la que se atrevió a dedicar un número a Alberti. Siguió con La píldora (1967) y, a partir de 1972, Camp de l'Arpa, una revista qué, dirigida por Juan Ramon Masoliver, despertó muchos jóvenes intereses literarios. A su vuelta a Barcelona, en 1963, comenzó a trabajar en el proyecto de El bardo, la colección de poesía que fundó al año siguiente y que mantuvo durante una década. En El bardo publicó a Aleixandre, Max Aub, Espriu, Pere Quart, Celso Emilio Ferreiro, Valente, Ángel González, Vázquez Montalbán, Pere Gimferrer o Antonio Carvajal.
Entre edición y edición dedicó tosas las horas que arrebataba a la noche a trabajar en su propia obra poética: Los sueños del cajón (1961), La mesa puesta (1964), Tocaron mi corazón (1968), Primera exposición (1979) y Canción del solitario (1971). Con El bardo (1964-1974), memoria y antología, Batlló cerró un ciclo en el que el poeta y el editor fueron un único proyecto vital, intelectual, literario y político. Además escribió en Triunfo con el pseudónimo de Martín Vilumara y redactó una Anología de la nueva poesía española (1969), Narrativa catalana de hoy (1970) y Poetas españoles contemporáneos (1974).
En 1993 José Batlló creó en Barcelona la librería Taifa, que también fue editorial. Situada en pleno barrio de Gracia, Batlló hizo de Taifa una librería de referencia. A cuatro pasos de los cines Verdi, de cuando eran las mejores pantallas de la ciudad y las únicas que proyectaban en V.O., el callejeo  del cine a la librería, pasando por alguno de los bares del barrio (el Canigó, en la esquina con la plaça de la Revolució, por ejemplo), eran un auténtico eje del mal, un hervidero de ideas, versos, proyectos, y sueños en los que la cultura todavía tenía un lugar en la mente de los que poblaban aquel dédalo de calles.
Batlló dejó la Taifa en 2013. Jordi, Roberto y Montse, siguen batallando cada día para que la literatura mantenga un ápice de esa capacidad para remover conciencias con las que construir un futuro digno, aquello a lo que José Batlló dedicó la vida. Y aunque nunca hubiera aceptado homenajes ni reconocimientos, eso es quizás lo mejor que se puede hacer en estos tiempos de liquidación. Algunos lo aprendimos de él.