En el otoño de 1971 el franquismo estaba definitivamente hundido. A pesar
de que el dictador seguía en el poder, los tiempos habían cambiado
definitivamente. Quizás en su arrogancia absolutista Franco no se quiso dar por
enterado, pero aquel octubre Pau Casals dijo en la ONU que él era catalán, unos
días después se fundó l'Assemblea de Catalunya y John Lennon publicó su
Imagine. Por aquellos días aparecía en todos los kioscos de Catalunya el
semanario Canigó. Editada ininterrumpidamente hasta 1983, la revista también
contribuyó a abrir la mente a la sociedad catalana, en especial a muchos
jóvenes, gracias a una lectura mucho más moderna y cosmopolita del catalanismo
político y cultural. Todo lo querían saber los ciudadanos de la época y la
católica Serra d'Or no lo contaba ni Òmnium Cultural lo divulgaba, estaba en
las luminosas páginas de Canigó. El mérito de aquella valiente revista correspondía
a su fundador, Xavier Dalfó (Figueres 1933) y a su esposa, la joven periodista
alcoiana Isabel Clara Simó, quién pasó a dirigirla. Xavier Dalfó, falleció el
domingo en Barcelona a los 82 años de edad. Desde que trasladaron la redacción
a Barcelona, en 1973, la pareja vivía en la ciudad.
Cansado de trabajar en la tienda de ropa de la familia, Dalfó creó Canigó
con tan solo 21 años en 1954, en su Figueres natal, y hasta 1971 apareció
mensualmente desde la capital de l'Alt Empordà. Josep Pla, Salvador Dalí,
Carles Fages de Climent, Maria Àngels Anglada o Paco Candel fueron algunos
colaboradores. Una nómina que demostraba la voluntad cultural, democrática,
cosmopolita y políticamente transversal desde el catalanismo de su promotor. La
idea que difundía Canigó (revista cultural, literaria y deportiva, rezaba el
subtítulo) era justo lo que le faltaba a la sociedad catalana de aquel tiempo
en que el catalanismo vivía bajo la amenaza franquista y cobijado por la
iglesia. El aire fresco de la cima del cercano Canigó entró por las ventanas de
libertad que le abrieron Dalfó y Clara Simó, con quién se casó en 1968. Las
vanguardias artísticas, la unidad lingüística de los Països Catalans, la
libertad de expresión, los conflictos en Seat, las oscuridades de la jerarquía
eclesiástica, las drogas o el rock, fueron temas más que habituales en la
portada de Caingó. Pero, además del tratamiento de la actualidad que a menudo
no aparecía en otros medios, Canigó abrió también sus páginas a jóvenes
periodistas y escritores. No pocas de las voces actuales de la literatura
catalana vieron publicados sus primeros textos en la revista. La Universitat de
Alacant, a la que Xavier Dalfó cedió el fondo de Canigó, ha digitalizado la
publicación, que ya se puede consultar on
line de forma libre, como su fundador siempre había deseado. Páginas de la
historia contemporánea de este país a las que Canigó contribuyó de forma
decisiva vertebrando un catalanismo moderno y sin complejos. La generación de
lectores de Canigó se sitúa hoy entre el independentismo de izquierdas y los
sectores anticapitalistas y alternativos. Quizás el mejor resumen de la
historia de la revista lo hizo el propio Dalfó: "Canigó molestaba a muchos, pero aguantamos treinta años". Más
claro, imposible. Así era Xavier, el Xavi
de su querida Isabel Clara Simó, compañera inseparable en la aventura apasionante
que fue su vida. Dalfó había recibido la Mosca del Col·legi de Periodistes de
Girona o la Fulla de Figuera de plata del ayuntamiento de Figueres.
El meu primer conte publicat: Caningó 1980 |
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