Fiel a la idea de que el
arte es parte del pensamiento, Joan Pere Viladecans expone en Espais Volart 22
obras que son un viaje hecho de preguntas del cuerpo hacia el alma, en diálogo
con la ciencia.
Desde 2011 no había una
gran exposición de Viladecans. Durante estos años ha interpretado la poesía de
Espriu i de Martí i Pol en sendos libros, y aún ha tenido tiempo para la suite ‘Patrimoni
i memoria’, a partir de una obra anterior cedida al Parlament de Catalunya.
Pero el pintor estaba ya desde 2012 trabajando en esta muestra que titula Una
mirada interior. Una mirada interior?, y que puede verse hasta el 22 de julio
en las salas que la Fundació Vila Casas tiene en el Eixample. Los encargos
editoriales han enriquecido y dialogado con el relato general, y el conjunto
resulta un nuevo salto adelante ideológico y estético en la obra del pintor.
La muestra impacta ya a
simple vista. Enormes radiografías de tórax y pelvis estampadas digitalmente sobre
tela son la base sobre la que el artista trabaja el óxido, las resinas, los
azules que tanto aparecen en el trabajo sobre Espriu (ese azul bautizado ya con
su nombre), los símbolos, a veces mediante la representación de objetos
superpuestos. “Arte y ciencia se asemejan en que ambas disciplinas
enfrentan la vida a la muerte. La ciencia lo hace de forma sistematizada, el
arte no. Yo parto de aquí y busco profundizar en este diálogo. Como? Mirando
hacia el interior, hacia el espíritu. Preguntándome quién soy.” Como en el cuadro ‘La
tomba interior/la síndrome de Marfan’, el arte (representado por un caballete
de pintor) está dentro del cuerpo (los huesos de unas manos deformadas por la
enfermedad). Ese es el principio del relato de este nuevo trabajo. “El arte ha de ser parte del pensamiento, ha
de interpelar al espectador. Pero hoy en día se impone el mercado. El arte actual
es amable, es un objeto que no incomoda, vacío; queda bien”, sostiene el
pintor, convencido de que “Esta es una
exposición radical porqué plantea preguntas incómodas, muchas de las cuales el
arte actual rehúsa hacer.”
En ese tránsito de ideas (éxodo lo llama), el
artista ha trasladado parte de estas preguntas a médicos amigos, de algunos
incluso paciente; a Jaume Pedrós, presidente del Col·legi de Metges de
Barcelona, al cardiólogo Màrius Petit y a Miquel Vilardell. Sus textos son
parte del libro que se presentará en la misma exposición el día 27. Ya no se
entiende Viladecans sin libro.
El vértice narrativo de la exposición es un
cuento de E. Allan Poe. En 2008 Viladecans ilustró en dos volúmenes magistrales
la traducción de Julio Cortázar de los relatos de Poe. En ‘Un cuento de las Montañas
Escabrosas’, el autor describe sin saberlo un trastorno que afecta los tejidos
que sujetan los órganos del cuerpo alargando las extremidades. Cincuenta y un
años después Antoine Marfan define este síndrome. El arte se había adelantado a
la ciencia. Y el pintor acepta de nuevo el reto.
A Joan Pere Viladecans las enfermedades
siempre le han interesado. “Son una transformación
del cuerpo y la mente, la evidencia de una fragilidad que nos abre las puertas
a un viaje interior”. Quizás por ello Viladecans se reconoce, sin ningún
tapujo, hipocondríaco (una ansiedad próxima a la del Mann de La montaña mágica).
Es de ese diálogo buscando las razones filosóficas de esta relación con la
enfermedad del que arranca la nueva obra. En este artista la forma es una
consecuencia de las ideas, del pensamiento, no una causa. “El arte se ha desritualizado. El proceso: reflexión, pensamiento, toma
de conciencia, se ha diluido”, afirma, “lo
que intento es mantener el ritual solemne de las ideas. Y las ideas aparecen
con las preguntas. Y a menudo las preguntas molestan. Por eso digo que es una
exposición de planteamientos incómodos”. A pesar de la crítica al arte
actual y su falta de discurso, no abdica del mundo de hoy, su trabajo con
estampación digital lo demuestra, y al final la muestra desprende ese hálito de
esperanza humanista típico de la pintura de Viladecans.
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