27/4/17

Xavier Corberó, escultor y autor de medallas olímpicas

En 1962 los amigos de Cadaqués le llamaban Bambi. Ellos eran Marcel Duchamp, Man Ray, Roberto Matta, el galerista George Staempfli y, en ocasiones, el propio Dalí. Xavier Corberó tenía 27 años, y aquel verano en la Costa Brava le abrió la mente hacia un mundo más amplio y diverso y el camino hacia Nueva York, donde expuso y vivió más tarde. Treinta veranos después Cadaqués ya era lo que es hoy, un nido de turistas sudorosos y bullangueros, y Corberó se convirtió en uno de los símbolos artísticos de la modernidad que emergió con los JJ OO. Fue uno de los asesores del ayuntamiento de Barcelona en la instalación de esculturas públicas en la ciudad y creó las medallas que se entregaron a los vencedores en las pruebas deportivas. El escultor consiguió trasladar aquel espíritu de libertad y creatividad del viejo Cadaqués de los sesenta al verano de una ciudad que soñaba con mostrarse al mundo como una metrópoli cosmopolita. Xavier Corberó vio y vivió con creces el fruto de aquella idea tan valiente hasta la noche del pasado lunes, cuando falleció a los 81 años en Esplugues de Llobregat, según comunicó su hija Ana.
Escultor, pintor y grabador, Xavier Corberó i Olivella había nacido en Barcelona en 1935, en una familia de tradición artística: su padre fue uno de los fundadores de la Escola Massana, donde él estudió. Posteriormente amplió su formación en la Central School of Arts and Crafts de Londres y en la fundición Medici de Lausana, donde fue influido por Pau Gargallo y Henry Moore. Tras aquel verano del 62 se trasladó a Nueva York, donde se apartó del informalismo para ir adoptando un lenguaje propio con formas más depuradas y un original enfoque de la tridimensionalidad.
Su primera exposición individual fue en Munich, en 1963, tras haberse presentado en la Bienal Hispanoamericana de 1955 y en los Salones de Mayo de Barcelona, donde obtuvo sendos premios en 1961 y 61. Hacia finales de los sesenta creó aguafuertes y litografías, e incluso diseñó joyas. Pero su faceta más conocida y valorada fue la de escultor.
Japón y Nueva York, donde se pueden ver obras suyas en el MOMA, son ciudades donde expuso a menudo. El Stedeliijk Museum de Amsterdam y el Victoria and Albert Museu de Londres también acogen obra de Corberó.
A partir de los años noventa Corberó vivió a caballo de París, Nueva York y Barcelona. En un grupo de casas antiguas del centro histórico de la vecina ciudad de Esplugues de Llobregat creó una residencia de artistas de paso por Barcelona. Sitges, Granollers, Girona, la misma esplugues y los jardines de Cap Roig, en Calella de Palafrugell, acogen esculturas de Corberó. En Barcelona tiene el monumento a Josep Tarradellas, en la avenida que lleva el nombre del que fue presidente de la Generalitat, y una escultura que homenajea al viajero, situada frente al Palacio de Congresos de Catalunya, en la parte alta de la Diagonal.
En 1992 recibió la Creu de Sant Jordi, y en el 2000 fue elegido miembro numerario de la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi. En 2015 su obra se incorporó a la exposición del MNAC 'Del segon origen. Arts a Catalunya 1950-1977'.

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