En 1962 los amigos de Cadaqués le llamaban Bambi. Ellos eran Marcel
Duchamp, Man Ray, Roberto Matta, el galerista George Staempfli y, en ocasiones,
el propio Dalí. Xavier Corberó tenía 27 años, y aquel verano en la Costa Brava
le abrió la mente hacia un mundo más amplio y diverso y el camino hacia Nueva
York, donde expuso y vivió más tarde. Treinta veranos después Cadaqués ya era
lo que es hoy, un nido de turistas sudorosos y bullangueros, y Corberó se
convirtió en uno de los símbolos artísticos de la modernidad que emergió con
los JJ OO. Fue uno de los asesores del ayuntamiento de Barcelona en la
instalación de esculturas públicas en la ciudad y creó las medallas que se
entregaron a los vencedores en las pruebas deportivas. El escultor consiguió
trasladar aquel espíritu de libertad y creatividad del viejo Cadaqués de los
sesenta al verano de una ciudad que soñaba con mostrarse al mundo como una
metrópoli cosmopolita. Xavier Corberó vio y vivió con creces el fruto de
aquella idea tan valiente hasta la noche del pasado lunes, cuando falleció a
los 81 años en Esplugues de Llobregat, según comunicó su hija Ana.
Escultor, pintor y grabador, Xavier Corberó i Olivella había nacido en
Barcelona en 1935, en una familia de tradición artística: su padre fue uno de
los fundadores de la Escola Massana, donde él estudió. Posteriormente amplió su
formación en la Central School of Arts and Crafts de Londres y en la fundición
Medici de Lausana, donde fue influido por Pau Gargallo y Henry Moore. Tras
aquel verano del 62 se trasladó a Nueva York, donde se apartó del informalismo
para ir adoptando un lenguaje propio con formas más depuradas y un original
enfoque de la tridimensionalidad.
Su primera exposición individual fue en Munich, en 1963, tras haberse
presentado en la Bienal Hispanoamericana de 1955 y en los Salones de Mayo de
Barcelona, donde obtuvo sendos premios en 1961 y 61. Hacia finales de los
sesenta creó aguafuertes y litografías, e incluso diseñó joyas. Pero su faceta
más conocida y valorada fue la de escultor.
Japón y Nueva York, donde se pueden ver obras suyas en el MOMA, son
ciudades donde expuso a menudo. El Stedeliijk Museum de Amsterdam y el Victoria
and Albert Museu de Londres también acogen obra de Corberó.
A partir de los años noventa Corberó vivió a caballo de París, Nueva York y
Barcelona. En un grupo de casas antiguas del centro histórico de la vecina
ciudad de Esplugues de Llobregat creó una residencia de artistas de paso por
Barcelona. Sitges, Granollers, Girona, la misma esplugues y los jardines de Cap
Roig, en Calella de Palafrugell, acogen esculturas de Corberó. En Barcelona
tiene el monumento a Josep Tarradellas, en la avenida que lleva el nombre del
que fue presidente de la Generalitat, y una escultura que homenajea al viajero,
situada frente al Palacio de Congresos de Catalunya, en la parte alta de la
Diagonal.
En 1992 recibió la Creu de Sant Jordi, y en el 2000 fue elegido miembro
numerario de la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi. En 2015
su obra se incorporó a la exposición del MNAC 'Del segon origen. Arts a
Catalunya 1950-1977'.
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