Era
lo más esperado de la Fiesta Mayor, el espectáculo en el entoldado. Salía
Ricardo Ardévol al escenario, saludaba efusivamente al veterano alcalde
franquista y presentaba al cómico: 'Kito,
el de las mil carcajadas'. Volvía a escena, leía un poema (Penas y alegrías
del amor, La padrina del meu poble) que ponía el vello de punta a las damas
sensibles de la población y daba paso a Josep Casas, 'galan de la cançó catalana'. Cuando cantaba Rosó la emoción
embargaba locales y foráneos, era el zenit emocional de las fiestas. Salía
Ardévol de nuevo, se aflojaba el nudo de la corbata y presentaba a Merche Mar o
a la vedet de turno, según el presupuesto. Los hombres reían, aplaudían a
rabiar y sudaban mirando de reojo como quién no quiere la cosa, las esposas se
sofocaban por aquellos comentarios pelín picantes, aquellas inocentes
insinuaciones cuyo pecado purgaban en confesión el día siguiente en la misa
solemne por el santo patrón. Y si el pueblo era rico Ramon Calduch o José
Guardiola. La empresa ERA (Espectáculos Ricardo Ardévol) hacía posible el
espejismo del glamour del viejo Paralelo en el achicharrante recinto del
entoldado (Entoldados Barris. Salt, se leía en la lona). Aquello eran fiestas.
Ricardo Ardévol Llorens (Falset 1926) rapsoda, locutor de radio, promotor de
espectáculos y manager de artistas, falleció el marte en Barcelona.
Reus
es una ciudad de larga tradición teatral. Prueba de ello son sus dos bellos
teatros: el Fortuny, impulsado por la burguesía local el 1882, y el Bartrina,
sede del Centre de Lectura de Reus (1859), entidad progresista y catalanista de
origen menestral. Allí, estudió declamación Ardévol. Con a penas 15 años formó
parte de la compañía del Orfeón Rusense, y a los 16 entró a trabajar de locutor
en Radio Reus, donde ya comenzó a recitar poemas. Y de allí saltó a Radio
Barcelona. En el celebre estudio Toresky actuó en numerosos radioteatros junto
a Adolfo Marsillach, Núria Espert y Encarna
Sánchez, entre otros. Presentó programas junto a Joaquín Soler Serrano o
Gerardo Esteban y comenzó a ganarse el apelativo de El rapsoda de la máxima sensibilidad. La popularidad lo llevó a
protagonizar recitales poéticos en el Palau de la Música, el Romea y el
Comedia, e incluso a hacer una gira por diversos países de América Latina.
A finales de los sesenta Ardévol emprendió su
carrera como empresario artístico. Durante más de una década no hubo fiesta
mayor que no contara con un espectáculo programado por su él. Por aquellos
tiempos, junto al empresario Joan Planas creó y gestionó diversos locales en la
Costa Brava: Don Carlo (Girona), La Pérgola (Riudarenes), Can Gabriel
(Palafrugell), Revolution (Lloret) o el mítico hotel Cap Sa Sal en Begur. En
los años del desarrolismo turístico, Manolo Escobar, Lola Flores, Serrat, Sara
Montiel o María Dolores Pradera o Raphael hacían autenticas giras veraniegas
por la costa. Tiempos gloriosos a los que Ardévol puso canciones y noches de
fiesta.
Además
de ser el manager de la popularísima Mary Santpere, Cassen o Los Hermanos
Calatrava, Ricardo Ardévol fue, entre 1981 y 1994, propietario de El Molino.
También presidió las asociaciones profesionales ARTE (Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculo)
y APPA (Asociación profesional de managers, promotores y representantes del
espectáculo de Catalunya), y fue vicepresidente de Adetca (Asociación de
Empresarios de Teatros de Catalunya).
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