La vida da personajes singulares, la televisión los plagia, los viola y los
convierte en esperpentos. Luego hay gente estúpida, que cree que la copia es
mejor que el original, y en su necedad destruyen al personaje real. A Bernardo
Cortés la televisión lo convirtió en Palomino, una suerte de mochales, y mucha
gente se lo creyó. Pero Cortés era un poeta del mundo, un sabio popular, un
artista de la calle, que es donde no se admiten trucos, y un hombre libre, que
no es poco. Bernardo Cortés falleció el viernes a los 83 años de edad en el
hospital del Mar de la Barceloneta.
Jienense de nacimiento, Cortés halló su verdadera vocación de artista y
poeta en las calles y las terrazas de los desaparecidos chiringuitos de la
Baceloneta que ocupaban la primera línea de playa hasta la transformación
olímpica. Desde 1979 este hombre amable, con un traje pasado de moda, el pelo
engominado y gafas de cuando las pagaba el Seguro, recorría el barrio con un
poema en los labios, una canción en su guitarra y una palabra cariñosa para
transeúntes y comensales de aquí y de allá. Una paella sin él no era lo mismo.
Valerio Lazarov lo dio a conocer en televisión y lo hizo actuar en 'Gente
divertida'.
Cuando los chiringuitos se trasladaron al puerto olímpico Bernardo Cortés
se fue con ellos. Poco después Buenafuente lo convirtió en una grotesca
caricatura, la Barceloneta se llenó de 'guiris' y la ciudad a la que él había
cantado y amaba cambió para siempre. Bernardo escribió los poemarios
'Barceloneta de Barcelona', 'Materia y espíritu', 'Amanecer cantando' y 'Poemas
en la Barceloneta', que presentó junto al disco 'Siempre jóvenes' gracias a la
ayuda de su incondicional amigo Fede Sardà. La gente que se sentaba en las
terrazas de los restaurantes olímpicos llegó a creer que era uno que imitaba el
personaje creado por Oriol Grau para el programa de TV 3. Los últimos años
podía ir tirando gracias a la ayuda de sus amigos. Estaba por volverse a Jaén. Triste
pero cierto.
"El Charlot de la risa y de lo
serio; el poeta del pensamiento de la vida", como se presentaba él
mismo, ingresó hace un mes en el hospital del Mar aquejado de insuficiencia
renal y otras cosas de la edad. A pesar de ello quería seguir trabajando un par
de años más y después retirarse y volver a su pueblo. No ha podido ser,
Bernardo Cortés, el poeta de la Barceloneta, ha muerto en el barrio que lo
acogió y le dio todo lo que le podían dar esas callejas marineras y populares.
Luego el barrio cambió y, aunque él siguió siendo el mismo, a su lado ya nada
fue igual. El documental 'Los últimos instantes del milenio', de Gloria Morera,
retrata bien ese mundo de ayer del cual Bernardo Cortés ha sido uno de sus
últimos testimonios.
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