Recuerdo bien a un profesor que, cuando le pregunté la característica
principal que debía tener un periodista, me espetó: "Un
periodista ha de ser un intelectual en potencia". En la universidad de
finales de los setenta la frase, heterónima de una de Gramsci, suscitó un vivo
debate en clase. No se si los compañeros de aquella época la recuerdan, pero
cada vez que he conocido un periodista del cual creía que podía aprender muchas
cosas, la quedada de aquel profesor me roe los sesos. Y lo intento aprovechar.
El día que conocí a Juanjo Navarro Arisa (Barcelona 1955) en la redacción de El
País fue uno de esos. El periodista falleció el pasado jueves en Terrassa a los
61 años.
Y es que J.J.N.A., como solía firmar, no solo dominaba inglés, alemán y
francés, además de escribir con una exquisita prosa tanto en catalán como en
castellano; era un experto en política internacional (la guerra fría le
excitaba), arte, literatura, mandalas
tibetanos y los mil placeres de la vida, como se encargó de demostrar en la
sección 'Plaers de ma vida' del
diario Avui, que le hizo merecer el premio Ciutat de Barcelona el 2004. Y es
que alguien capaz de hablar con autoridad tanto de Joan Vinyoli como de la
sensación de tomar ostras con Veuve Clicquot, no podía ser un periodista al
uso.
Fue en la redacción de El Mundo de Catalunya, del que fue su primer
subdirector, donde tuve la oportunidad de trabajar más cerca de él. Sus
detalles de profundo 'conaisseur' de
casi todo mejoraron, en lo literario y en lo periodístico, aquellas primeras
crónicas urbanas bautizadas BCN bulevar
que daban relumbrón ciudadano al diario y a quién las firmaba. Y, fuese quién
fuese, el toque intelectual y cosmopolita de Navarro estaba siempre detrás.
Claro que, a veces, esa sabiduría en la redacción devenía suficiencia. Y de la
presunción al egotismo, y de ahí a la indolencia por aburrimiento, a menudo
hubo menos de un paso. Era un 'gonzo'
del conocimiento, y le costaba explicarlo sin separarlo de su yo. Solo cabía
tomarlo o dejarlo.
Juan José Navarro Arisa estudió en la escuela Suiza de Barcelona y después
de licenció en periodismo en la Universitat Autónoma. Pronto entró a trabajar
en Catalunya Expréss, después en El Correo Catalán y más tarde en la sección de
cultura de la edición catalana de El País. Estando en este diario publicó,
junto a Màrius Carol y Jordi Busquets, 'El
último Dalí' un trabajo de investigación sobre el turbio entorno que
envolvió al pintor en los últimos años de vida. También escribió 'Gaudí, el arquitecto de Dios' (2002) y
otros libros sobre artistas como Perico Pastor, Santi Moix o Agustí Puig.
Vivió sus últimos años mermado por una serie de enfermedades en cadena que,
poco a poco, fueron resquebrajando su, ya de por si, frágil salud. Algo que
siempre le afligió, y que a veces le llevaban tristemente a sentirse al margen
de compañeros y amigos. Pero ellos jamás dejaran de recordar al intelectual, y
por ello, periodista modélico.
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