A finales de los sesenta el artista dejó de ser el dios máximo del arte. El
artista aportaba el concepto y la idea, pero la obra se construía en la mente
del espectador. Joseph Beuys, Richard Hamilton o Marcel Duchamp sentaron las
bases del arte conceptual. Antoni Miralda, Jaume Xifra, Joan Rabascall y Benet
Rossell coincidieron en la legendaria India y Nepal de 1968. Aquel fue un viaje
decididamente iniciático en el cual establecieron las bases del conceptualismo.
Y, tras la polémica con Antoni Tapies en las páginas de la Vanguardia en 1973,
el arte conceptual se consolidó en Catalunya. Granollers, Terrassa, Sabadell o
Lleida y salas como el Espai 10, la Petita Galeria o la Sala Tres
descentralizaron la difusión del arte contemporáneo y joven. Barcelona y las
galerías tradicionales comenzaron a dejar de ser los templos absolutos. Benet
Rossell (Àger 1937) fue uno de los protagonistas de una de las revoluciones más
importantes del arte en el siglo XX. El artista falleció el domingo a los 78
años por complicaciones en la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que padecía.
Nacido en la pequeña localidad de Ager, (La Noguera) plena sierra del
Montsec, Benet Rossell se licenció en derecho (1956), económicas (1958) y
sociología (1962), se diplomó en teatro por la Université International de
Théâtre de París en 1964, y en cine en el Comité du Film Ethnographique. Esta
intensa formación fue fundamental para entender que, lo que realmente le
importaba, era el mensaje. A la vuelta de Oriente realizó montajes
cinematográficos y cortometrajes sobre los diversos movimientos sociales de la
época, pero sin abandonar las artes plásticas. De esta época son sus 'benigrafías'
(en palabras de Josep Miquel García, uno de los mejores conocedores de su obra),
trabajos de elaboración casi automática, realizados con tinta china y de clara reminiscencia
oriental.
Durante los setenta continuó realizando filmes como Calidoscop, París la
comparsita o Biodop. Se interesó por el vídeo y trasladó sus dibujos en tinta
china sobre película sin emulsionar a las vitrinas del Espai 10 de la Fundacío
Miró. Rossell forjó su discurso artístico en estancias en Nueva York y
Barcelona, pero a principios de los 80 se instaló en Lleida, ciudad que acoge
dos esculturas urbanas suyas: 'arbre paer' y 'l'ametlla com balla'. Sin duda
Benet Rosell ha contribuido de manera esencial a situar la capital del Segrià
en el panorama artístico.
Escultor, pintor, cineasta, video artista y con
incursiones en la poesía, Benet Rossell ha sido calificado como un artista
total. La palabra y el objeto son los elementos que le permitieron penetrar en
espacios desconocidos y, a través de ellos, elaborar un sistema simbólico
cargado de referentes textuales. Su poética de la fragilidad se sostiene en un
fuerte espíritu crítico e irónico. Como decía el texto del catálogo de la
exposición 'Paral·lel Benet Rossell' que el MACBA le dedicó en 2010, "a pesar de su apariencia abstracta, toda su
obra tiene un marcado componente narrativo, tras el cual se esconde, con
discreción, la vida del artista".
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