El teatro más antiguo de Barcelona, el Principal Palace, (hoy Principal) vive tiempos de decadencia. El que en 1896 es escenario de la primera demostración del Kinematograph, ha abandonado los grandes estrenos y las óperas y también es cine desde 1919. Tras padecer tres incendios (1915, 1924 y 1933) el hospital de la Santa Creu lo vende, se reforma y pasa a tener 1600 localidades. Esos son los espectadores que el jueves 12 de diciembre de 1935 asisten al estreno de 'Doña Rosita o el lenguaje de las flores', la última obra de teatro que Federico García Lorca estrena en vida y el inicio de un ciclo de obras en el que se aparta de las tragedias rurales.
"Obra de fina calidad literaria, su esencia es teatral, pudiendo ponerse junto a las mejores producciones del teatro europeo actual", escribe María Luz Morales en La Vanguardia del 14 de diciembre. "Su intérprete -única, sin duda, para serlo-, contribuyó a que el público no perdiera ni la más leve de esas finas esencias", apostilla la crónica. La intérprete es Margarida Xirgu, claro. Laura García Lorca, sobrina del poeta, sostiene que "las tres personas que ejercieron más influencia en mi tío fueron Salvador Dalí, Sebatià Gasch y la Xirgu". Y Federico, tan seducido por la actriz como por el ambiente de la calle "más alegre del mundo que no debería terminar nunca", estrena su Doña Rosita en el Principal.
Y el domingo 22 de diciembre, el poeta y la diva (que cada día recibe un ramo de las floristas), dedican una función especial "a esas mujeres de sonrisa franca y manos siempre húmedas que convierten la Rambla en un invernadero", según dice en un emotivo discurso que pronuncia al acabar la función.
Cena-homenaje a Lorca en el hotel Majestic (FOTO: Interprofit) |
La Barcelona de Lorca es "el espíritu, la aventura, el alto sueño, el amor perfecto. Que a gusto me encuentro allí con aquel aire y aquella pasión", escribe a Melchor Fernández Almagro. Por eso, por que quiere conocer los círculos culturales y porqué "Catalunya es un pueblo admirable que yo amo", el escritor, que ya es una estrella de las letras y un personaje popular, se instala en el Hotel Majestic de Barcelona entre el 9 de septiembre y el 24 de diciembre de 1935.
Abierto en 1918, el Majestic (apellidado Inglés hasta 1940) es el primer hotel de lujo de la ciudad. En su habitación Federico trabaja en Doña Rosita con la Xirgu y con el director, Rivas Cherif. Tiene una dolorosa ruptura sentimental con Rafael Rodríguez Rapún. Escribe algunos poemas de 'Sonetos del amor oscuro' y, en el bar, toma un zumo de limón y lima con azúcar de caña, hielo picado y una hoja de hierbabuena, cóctel que el hotel pondrá de nuevo en la carta. "Federico era goloso", dice su sobrina, "le gustaba lo que llamaba 'café iluminado' (con una gota de ron)".
El Majestic ha escrito unas cuantas páginas de la historia de la ciudad. En él se aloja otro poeta, Antonio Machado, semanas antes de partir hacia el exilio y la muerte. León Felipe, Picasso Miro, Charles Trenet o Hemingway son algunos de los huéspedes ilustres, y tampoco es ajeno a los avatares de la política contemporánea.
Instalado en el hotel del Passeig de Gràcia, Federico García Lorca sube a los escenarios 'Bodas de sangre', 'Yerma' y su versión de 'La dama boba', de Lope de Vega. Según el especialista en Lorca, Víctor Fernández, rinde un homenaje a Isaac Albéniz en el cementerio de Montjuïc, lee poemas en los Amics de la poesia y en el teatro Barcelona, y pronuncia su más celebrada conferencia: 'Como canta una ciudad de noviembre a noviembre'.
Dedicatoria a Josep Palau i Fabre (FOTO: Interprofit) |
Vive intensamente el ambiente cultural como un barcelonés más. Conoce a Ignasi Agustí, Grau Sala (autor del cartel de Doña Rosita), Rafael Santos Torroella y Josep Palau i Fabre, a quien dedica un ejemplar del Romancero Gitano tras hacerle este una entrevista el 6 de octubre que Palau recoge en 'Memoria de García Lorca', donde el poeta cita a Carner, Riba y López Picó como a sus autores catalanes preferidos. Y se reconcilia con Dalí. Y además atiende a la prensa. Luís Góngora, de 'La Noche' le pregunta si está contento con la acogida del público local. "Contento es poco. Como que quisiera estrenar aquí todo cuanto haga para el teatro". También Mirador o la Humanitat hablan con él en cafés o a las puertas del teatro.
Toda esa intensidad intelectual deriva en una cena-homenaje que le dedican sus amigos catalanes el 23 de diciembre de 1935 en los salones del Majestic, a 17'50 pesetas el cubierto; un acontecimiento ciudadano.
El 21 de octubre de 2015, 80 años después, me hallo en una fina mesa del Majéstic junto a Laura García Lorca, a Víctor Fernández y un puñado de personas dispuestas a rememorar aquel homenaje. Nando Jubany sirve huevos poché, langosta Termidor y pularda, mientras que Quim Vila pone Chablís, les Terrasses 2010 y Codorniu para reproducir aquel momento. Y el espíritu del poeta habita en nosotros con un Armagnac de 1935. Como saber si estoy soñando?
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