Leopoldo Rodés estudió derecho en su ciudad. Tras fundar y ser el primer presidente del Instituto de la Empresa Familiar, fue miembro de los consejos de administración de Banco Central en Catalunya, Banco Vitalicio en Catalunya y Ferrocarrils de la Generalitat. Con 80 años actualmente era presidente del grupo Havas Media, vice-presidente del Reial Automóvil Club de Catalunya (RACC), consejero de CaixaBank, Financiero Inbursa o Abertis entre otras. Incansable en las tareas de mecenazgo, era patrono de la Universitat Ramon Llull, el Gran Teatre del Liceu y de la Fundació Orfeó Català/Palau de la Música Catalana. También fue patrón-fundador de la Fundación Princesa de Girona.
En el terreno artístico, Leopoldo Rodés era presidente de la Fundación Arte y Mecenazgo, miembro del Cahiman's Council, del International Council del MoMA de Nueva York, del National Comitee del Whitney Museum of American Arts y miembro del consejo de administración de Christie's International Europe.
Leopoldo Rodés era uno de esos empresarios-humanistas que, sabiéndose en una situación de privilegio, decidieron apostar con claridad, aunque sin ningún respaldo institucional, por el futuro de la cultura, el arte y el país. Una especie en vías de extinción, sino ya extinguida. "Ningún gobierno ha asumido la importancia del mecenazgo", aseguraba. Quizás por ello, o porqué dijo públicamente que los JJ OO no habían invertido la tendencia al provincianismo, el reconocimiento a sus méritos le llegó tarde: en 2012 recibió la Medalla d'Or del Cercle del Liceu y, junto a Joan Miquel Abad, la Medalla d'Or del Mèrit Civil del ayuntamiento de Barcelona. Eso si, el 1999 recibió la Creu de Sant Jordi por su impulso a la candidatura olímpica de Barcelona. Una vez concedidos los Juegos Rodés fue miembro del Comité ejecutivo Barcelona 92.
Pero no siempre los patrocinios que ha promovido han tenido un consenso como el de los Juegos. Como presidente de la fundación del MACBA (Museu d'Art Contemporani de Barcelona), el mundo de la cultura y el arte ha criticado en ocasiones al consorcio del museo, del que forma parte la fundación como núcleo impulsor, por su intervencionismo en decisiones más políticas que artísticas. La última fue a raíz del veto frustrado a la muestra 'La bestia y el soberano', que acabó con la dimisión del director, Bartomeu Marí, y no había sido la primera. Pero en un currículo tan excelso como el de Leopoldo Rodés, estas situaciones son anécdota.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada