16/10/13

Toni Catany, uno de los mejores fotógrafos del mundo

A pesar de ser nombrado por la revista Life uno de los cien mejores fotógrafos del mundo, de todas sus colecciones a la fundación que lleva su nombre, de que quería promover un centro internacional de fotografía en Lluchmajor, y de haber manifestado reiteradamente la voluntad de retirarse a su pueblo (desoyendo las ofertas de Francia), ya se sabe que, a menudo, uno no es profeta en su tierra. Toni Catany (Lluchmajor 1942), ya no podrá superar el bloqueo institucional y jamás verá realizado su sueño. El fotógrafo de las naturalezas muertas, los cuerpos en movimiento o el Mediterráneo, murió el lunes en Barcelona, donde residía desde 1960, de forma repentina.
Catany era de formación autodidacta por una simple razón: en su juventud no había ni una escuela de fotografía en todo el país. De hecho él fue uno de los miembros de la generación que irrumpió a principios de los setenta gracias al apoyo de la revista Nueva Lente (1971) y de la galería barcelonesa Spectrum (1973). Pere Formiguera, Joan Fontcuberta, Manel Esclusa, Koldo Chamorro y él mismo, entre otros, tomaron el relevo a la exhausta generación del neorealismo de los Català Roca, Maspons, Ubiña, Colom o Miserachs. El acercamiento de jóvenes artistas conceptuales a la fotografía, la creación de los encuentros de fotografía de Arlés, la aparición de nuevos espacios expositivos o la publicación en Gustavo Gili de 'La fotografía como documento social', de Gisèle Freund, ensayo de referencia para entender la necesaria relación del arte fotográfico con sus funciones sociales, hicieron tomar conciencia de la importancia de la fotografía como medio de expresión. Sin presencia institucional, sin presencia en los centros de arte y trabajando desde el eclecticismo, la generación de Catany se impuso el entender la fotografía como fenómeno artístico y luchar por la institucionalización.
El balance generacional no pudo ser más positivo; gradualmente centros como la Fundació Miró (1978) incorporaron el discurso fotográfico a sus exposiciones. Posteriormente las Primeres Jornades Catalanes de Fotografia (1980), la creación del Departamento de Fotografía, Cine y Vídeo de la Facultad de Bellas Artes (1981), la la Primavera Fotogràfica y la fundación del Departament de Fotografia de la Fundació Miró, el primero en un gran centro de arte, contribuyeron decisivamente a la consolidación institucional de la fotografía.
Fue en este contexto en el cual, a pesar de haber comenzado a exponer en 1972, Catany se da a conocer. En 1987 su libro Natures Mortes obtiene el premio al mejor libro en la Primavera Fotogràfica. En 1991 La meva Mediterrània gana el galardón en los encuentros internacionales de Arlés. Somiar déus (1993), con textos de Blai Bonet i Obscura memòria (1994), son el preludio a Fotografies (1997), premio de los editores europeos i de la Generalitat. Cossiols (1997), Calotips (1998), L'artista en el seu paradís (2000), Toni Catany (2002), Record de Lluchmajor (2003), Liébana infinita (2004) o Venessia (2006), son algunos de los títulos de su extensa y premiada obra: Premi Miquel dels Sants Oliver de la Obra Cultural Balear (2000), Premi Nacional d'Arts Plastiques de la Generalitat (2001), Premio Nacional de fotografía del Ministerio de Cultura (2001) y Premi Ramon Llull del Govern de les Illes (20o3) son algunos de sus galardones.