6/10/17

Jesús Mosterín, filósofo de la racionalidad

A través de la razón el ser humano evalúa la mejor forma de alcanzar un objetivo, y actúa en consecuencia para satisfacer su necesidad. Ahora que esa facultad para obtener una lógica mental que permita formular juicios, o teorías válidas va a la deriva, es cuando la sociedad requiere con urgencia de los filósofos, esa gente de cuyo trabajo se sabe de su necesidad, pero que a menudo se desconoce su sentido en la vida cotidiana. Jesús Mosterín (Bilbao 1941), reflexionó sobre la racionalidad de cada día, diferenciando la teórica de la práctica, y ayudando a definir que toda evidencia racional es suficiente, pero jamás absoluta; es decir: revisable. Loable principio que debería ser de alto valor en estos tiempos en que la razón de la cosa pública pende de un hilo. Lo grave es que Mosterín ya no podrá iluminarnos. El filósofo falleció ayer en Barcelona. Nos queda su razón, no la olvidemos. es la obra de arte a la que dedicó su vida hasta que un cáncer de pulmón le abocó al momento del  "ideal posible de la buena muerte", algo mucho más razonable que la inmortalidad, según él mismo.
Antropólogo, filósofo y matemático, la obra de Jesús Mosterín abarca la  historia de la filosofía y de la ciencia, la ética aplicada al ser humano y a los animales, la antropología, la teoría de la cultura, la física cuántica o la biología. Tras estudiar en España, Alemania y Estados Unidos, obtuvo la cátedra de lógica y filosofía de la ciencia de la Universitat de Barcelona y, desde 1996, fue profesor de investigación del Instituto de Filosofía del CSIC, miembro del Center for Philosophy of Science de Pittsburgh, de la Academia Europea de Londres, del Instituto International de Philosophie de París y del International Academy of Philosophy of Science.
Formado en lógica en la universidad de Münster, Jesús Mosterín introdujo la filosofía analítica en España y la desplegó en terrenos tan diversos como la filosofía de la ciencia, la teoría de la racionalidad, la ética animal o la filosofía política. Sobre todo ello, y un derivado y largo etcétera, escribió una treintena larga de libros.
Defensor de la eutanasia, comparaba la vida a una novela que cada uno escribe. El primer capítulo (nacimiento) ya nos lo dan redactado, nosotros debemos seguir escribiendo el relato hasta intentar llegar al último episodio, la muerte. Sucede a menudo que algo inesperado nos sorprende y la novela queda interrumpida. Otras veces los médicos, sacerdotes o jueces nos usurpan el derecho a decidir el final de nuestro relato, imponen escenas patéticas y convierten la obra de arte que debería ser nuestra vida en un "bodrio lamentable", en palabras del propio pensador.
Este filósofo de la vida con alma de científico llegó al último capítulo de la novela de su existencia razonando la fórmula idónea para redactar sus últimas líneas. Consciente de que todas las evidencias, por racionales que sean, son revisables, Jesús Mosterín escribió hace ya dos años 'Mi cita con la parca', postrera lección sobre filosofía de la muerte, un último capítulo distante y sin temor a las emociones siempre engañosas; esas respecto de las que, por suerte, la razón nos protege.