15/9/17

Rai Ferrer, dibujante del colectivo Onomatopeya

Con el nombre de Onomatopeya, por la representación de los sonidos naturales de uso habitual en los tebeos, Luís Díaz, Josep Solá y Rai Ferrer formaron un colectivo de cómic y ilustración. Una mañana se subieron a un 600 y se fueron a Madrid a mostrar sus dibujos. Tenían la idea de hacer una serie sobre la historia de España contada desde la óptica anarquista. Pero tuvieron la mala suerte de llegar en pleno colapso por el asesinato de los abogados laboralistas de Atocha y nadie les hizo ni caso. Enero de 1977, los meses más oscuros de la Transición. El país no daba para más.
En Barcelona tuvieron más suerte y colocaron la idea en Por Favor: Tiempo de estampas, se llamó, pero dibujaron a Millán-Astray en plan chulesco, y los denunció la Legión por injurias al ejército y casi van a parar a la Modelo. España seguía sin dar para más, pero los Onomatopeya contribuyeron a que la historieta y la lustración formaran parte del relato cultural de la época. Rai Ferrer (Manciles, Burgos, 1942), uno de sus miembros, falleció ayer en Barcelona a los 75 años.
Ferrer se trasladó a Barcelona con su familia de pequeño, y de jovenzuelo entró a trabajar en la editorial Bruguera haciendo recados. Aquello la permitió conocer a los autores de la historietas, pero hacer paquetes y traer cafés no era lo suyo: "así no me haría dibujante nunca", o sea que se largó a la editorial Marco hasta que la mili lo mandó a Lleida. Estando en el ejército leyó todo lo que pudo y hizo un periódico mural con dibujos, poemas y letras de canciones de los Sírex que el cura castrense rompía cada mañana; pero la suerte estaba echada.
De vuelta a casa se enteró de que en Argos necesitaban un director y ni se lo pensó. Así nació la revisa Strong, que creó junto a Miquel Agustí. Fueron 90 números y 3 extras (entre 1969 y 1971) que dignificaron la historieta gráfica, la internacionalizaron y le dieron un tono moderno y cosmopolita dando a conocer historias como Lucky Luke, Spirou los Pitufos (que en catalán ya publicaba Cavall Fort) o Gastón el Gafe, y autores locales como Jan con su Don Talarico. A pesard e su vida breve, Strong ha marcado a más de una generación de lectores, dibujantes y escritores; labró camino. El tebeo se hizo cómic, y los teóricos de la comunicación comenzaron a escribir sobre ello.
Después fundaron Onomatopeya. En 1975 comenzaron a dibujar ya a la Pasionaria y a Durruti, convertidos en personajes, no por militancia (Ferrer no tuvo jamás carnet de nada). Tras el convulso final del colectivo a manos de la Legión, Rai escribió un par de novelas y, en 1985, realizó el libro que había estado incubando desde que su madre le contó que había visto el entierro del líder anarquista Buenaventura Durruti, en 1936. 'Durruti 1896-1936', prologado por enrique Tierno Galván, y con dibujos realizados a partir de archivos gráficos, fue un éxito sonado; el mayor de la narración gráfica española en muchos años.
'Cien españoles de la razón y la espada', biografías, poemas e ilustraciones con las que construyó un relato sobre la historia de la República y la Guerra Civil y 'Vientos del pueblo', la historia ilustrada de la CNT en su centenario, junto a Calros Azagra, fueron algunos de sus siguientes títulos más reconocidos que fue creando mientras escribía críticas y artículos para Diario 16 o Diari de Barcelona. Dejó un guión para una historia de España que ilustrará Azagra.
Este viernes, a les 17.45 en el tanatorio de les Corts, se oficiará el funeral por Rai Ferrer.