1/3/14

Discussió 'Proyecto cerca'

Durant tres dies, l'empresa de projectes culturals +Magin ha proposat a diverses persones de diferents àmbits professionals y acadèmics participar en un debat on-linbe al voltant dels conceptes prop i proximitat anomenat 'Proyecto cerca'. El moderador de la discusió ha proposat sis temes que cadascun dels deu participants havíem de desenvolupar de forma mesuradament sintètica. Aquestes són les meves aportacions a la idea de proximitat segons les qüestions plantejades.

¿Qué nos sugiere cerca, cercano, cercanía? ¿Qué efectos produce la cercanía en las personas?

Espíritu de contradicción
El concepto 'cerca', ya sea como substantivo o como adverbio, así como los adjetivos y verbos qué de él se derivan (cercano, cercanía, circundante y circundar), sugiere un espacio de relación comprometedor en dos sentidos: primero por la intimidad que genera una proximidad qué puede ser tan anhelada por uno como no deseada por el otro; y segundo por la idea sociológicamente comprometedora de encerrar, un concepto antónimo al sentido moderno de libertad.
En sociedades avanzadas como la occidental, 'cerca' o 'cercanía' es una idea contradictoria, mucho más compleja e incluso extraña. La proximidad ya no se mide necesariamente ni en centímetros ni en dosis de afecto físico. La inmediatez de las TIC ha otorgado un nuevo sentido a la cercanía. Ya no consiste en estar al lado; eso puede ser pegajoso e incluso 'plasta'. La auténtica proximidad se mide en wahtsapp. Estar al lado es un concepto faceboock.
La interrelación digital es una cercanía sin cerca. Juntos pero cada cual tras su smartphone. Así se respira mejor y la relación no compromete más de lo pactado. Son las nuevas reglas del juego. Mi anhelo de cercanía no entra en contradicción con tu necesidad de deseo. La valla, tapia o muro ni resguarda ni divide, protege la substantividad de cada uno y otorga el grado de cercanía que complace.

¿La cercanía es siempre un concepto positivo? ¿Hay límites para la cercanía? ¿Lo lejano siempre es negativo?

Los polos opuestos
El límite de la cercanía es la libertad. En una sociedad altamente tecnificada, donde la privacidad es un valor totalmente devaluado por los propios ciudadanos afectados, la cercanía puede entenderse como un acoso.
Llegado este punto la lejanía es un valor. I, aunque pueda parecer una estúpida contradicción, la lejanía es respeto por el otro; una lejanía que acerca emocionalmente.
Así, lo cercano torna negativo y lo lejano positivo.

¿La cercanía es uno de los nuevos paradigmas de las relaciones sociales, comerciales, ciudadanas, humanas?

Clicar es acercarse
'La velocidad está en la base de gran parte de nuestra vida de relación', sostiene Gillo Dorfles en su célebre 'Nuevos ritos nuevos mitos' (ed. Lumen), obra clave en el estudio del lenguaje de los signos y su relación con el mundo contemporáneo. Así, el ser humano no se percata a primera vista de algunos de los profundos cambios que se producen en su vida de relación habitual a consecuencia de la intervención artificiosa de diversas fuerzas mecánicas; la más habitual, la metamorfosis que ha sufrido el concepto de tiempo.
La vertebración moderna del tiempo acelera las relaciones, emerge un nuevo tipos de consumo y soslaya la idea de proximidad. El tiempo ha impulsado definitivamente un cambio en los modelos de sociedad que la tecnología ha certificado: la cercanía ha dejado de ser un valor intrínseco. El agricultor nos vende sus productos quilómetro cero a través de la web. El paradigma actual de cercanía es la red. La proximidad física ha mutado su valor tradicional por el nuevo valor digital. Ponte a un clic y estarás a mi lado; ese es el modelo.

¿Cómo afecta la cercanía/distancia a un servicio: tiempo, costes, beneficios, accesibilidad, agilidad, flexibilidad, personalización? ¿Es lo mismo cercanía que disponibilidad?

Un bolero
Escucho a Mayte Martín junto al piano del inolvidable Tete Montoliu: "No existe un momento del día/ en que pueda apartarme de ti / El mundo parece distinto / cuando no estas junto a mi...es que te has convertido / en parte de mi alma / ya nada me consuela / si no estas tu también mas allá de tu labios / del sol y las estrellas / contigo a la distancia amado mío, estoy." Así afecta la distancia a un servicio, a un afecto, a una necesidad. Nada es del todo personal, propio, legítimo cuando hay distancia física o tecnológica de por medio. Todo es más caro, también el amor y el deseo, con la lejanía. Y nada lo suple.
La economía de costes de producción no sale a cuenta cuando emisor y receptor están lejos, porqué la distancia siempre es cara y tiende a serlo cada día más. Sorprende que tanto supuesto empresario creyera que siempre le resultaría más barato extorsionar a obreros en la China que negociar con los sindicatos y aceptar las condiciones laborales de Europa. Muchos están ahora volviendo a casa. Los costes de logística han terminado castrando su codicia.
Pero cercanía y disponibilidad no siempre son sinónimos. La falta de infraestructuras, la mala preparación laboral, la falta de estímulos administrativos o la falta de amor y deseo, pueden convertir la disponibilidad en un infierno kafkiano (en el sentido estricto).

¿Cómo son las relaciones humanas a través de las NNTT: frías o cálidas? ¿Qué está en primer plano en internet y en las redes sociales: la tecnología, el grupo, el servicio, la persona, la comunicación, la inmediatez, la inexistencia de límites?

Historia de ambos mundos
No creo que se pueda hablar de calidez o frialdad al referirse al tipo de relaciones que se establecen a través de las TIC. Simplemente se trata de otro formato. En el mundo de ayer las relaciones se establecían a través de redes físicas (clubs, bares o asociaciones). La gente afín se reunía y se iba de excursión, jugaba al fútbol o bailaba hasta sudar. Pero eso sucedía en un mundo que se desvanece por momentos, cuyas puertas se cierran inexorablemente atrapando a sus oriundos entre la perplejidad y la incredulidad de no reconocer nada de lo que deviene.
En el mundo de hoy los nativos digitales interactúan a través de las redes sociales. Se conocen en Faceboock, se gustan en Instagram, discuten en twitter, elaboran proyectos en un blog o una web y quizás, sólo quizás, al final del camino se encuentran personalmente. Me lo decía un editor: "a Frankfurt vamos a conocer las caras de aquellos con quienes hacemos negocios cada día a través de la red". Es un acto social, una concesión al mundo de ayer. Si Stephan Zweig levantara la cabeza lo entendería mejor que muchos habitantes del planeta analógico. 
Y eso no es ni bueno ni malo: es. Y quién no quiera asumir el nuevo rol de las relaciones humanas no es de el mundo de hoy; es un 'vintage'. No pasa nada, yo mismo lo soy y ni me molesta ni me siento perjudicado. Soy de otro tiempo, y se que mi mundo es hoy una islita en la que apenas caben los pies. Y sigue empequeñeciéndose. Pero a pesar de no ser practicante de esta nueva manera de vivir me afano a entenderla, a captar los matices de nueva riqueza comunicativa que tiene, a descubrir sus reglas, a reconocer las actitudes de sus habitantes y a buscar un buen lugar desde el cual observar la mutación que está experimentando la sociedad. Porqué no hacer nada de esto, cerrarse en banda a los nuevos formatos de vida moderna es saberse en vías de extinción.

¿Hacia dónde avanzamos en las relaciones sociales: mayor distancia física/mayor cercanía emocional, mayor cercanía física/mayor distancia emocional?, ¿se puede generar vínculo emocional, sin vínculo físico?

La revolución
Cuenta John Reed en 'Diez días que estremecieron al mundo', que bajaba él por Nevsky Prospekt oyendo el tañido de las campanas de Pedro Pablo, cuando vio a un grupo de soldados apostados cerca del Palacio. Se dirigió a ellos y les preguntó: "-De que bando sois, del pueblo o del gobierno", a lo que respondieron "-Ya no hay gobierno". La revolución había triunfado. Reed es el único no ruso enterrado a los pies de la muralla del Kremlin.
En 1992 me conecté por primera vez a Internet. Después de esperar unos largos minutos oyendo el estridente chirriar del módem conectado por un largo cable de a peseta el metro a la clavija del teléfono, comenzó a aparecer lentamente la página web de la biblioteca del Congreso de los EEUU. En aquel momento una amiga que nos hacía la 'demo' exclamó: "-Ya no hay distancias". La revolución había triunfado. Tras ser incinerado pido que mi memoria y mi obra se concentren en una app para dispositivo móvil. Lo reconoceréis por qué, al conectaros sonaran sin fin The Köln Concert y Starway to heaven. Ese será mi mausoleo.
No habrá ni distancia física ni emocional y el vínculo afectivo se renovará a cada visita a la página. El recuerdo siempre es físico; también desde una tablet, por su puesto.