25/4/12

Josep Maria Berenguer, editor de El Víbora


Las decisiones que cambian la vida de las personas se afrontan con riesgo emocional y se olvida el económico. Solo así pueden llenar una vida para siempre. Con la decisión de editar una revista de artes visuales, Josep María Berenguer (Barcelona 1944), que falleció ayer en su ciudad natal a los 68 años tras una larga enfermedad, fue uno de esos.
Berenguer no fue solo un editor de cómic; fue, por encima de todo, uno de los personajes implicados en la difusión de la contracultura americana en España, y un elemento fundamental en el movimiento cultural, magmático y sin jerarquías, que protagonizó en Catalunya una auténtica revolución cultural los primeros años de la transición. Ediciones La Cúpula y El Víbora no se podían entender sin Zeleste, el Rollo enmascarado y la tienda Zap 275, la Assemblea de Trebalaldors del Espectacle, las recuperadas fiestas de la Mercè o el Llantiol. Era aquella una Catalunya creativa, emergente, libre, sin complejos y apasionante, a pesar de que no tenía nada.
Gracias a aquella vaga idea de hacer una revista de cómic que un día de 1979 expuso a su vecino en la Floresta y editor, Josep Toutain, la más brillante generación de dibujantes de tebeos salió del underground, se dio a conocer y triumfó. Los Nazario, Mediavilla, Max, Pons, Miguel Gallardo y la gente del Rollo enmascarado internacionalizaron definitivamente el cómic de aquí y, sobretodo, llenaron las páginas de la mejor revista de cómic que se ha publicado jamás en España: El Víbora.
Berenguer estaba, por aquel entonces, casi en paro. Tenía una vida plácida al pie de la sierra de Collserola pintando y ganando cuatro cuartos haciendo fotos, y hacía una revista, entre fanzine y reivindicativa, con el vecindario. De ahí le vino la idea. La consultó con Toutain y este le dijo que quizás aquel era un buen momento porqué la afición al cómic había crecido y, además, había muy buenos dibujantes. Además le prestó 800.000 pesetas y le explicó cómo se hacía una revista. Y Berenguer, sin atender criterios de mercado y este tipo de zarandajas que castran hoy en día tantos proyectos culturales, lo hizo. Para ello creó primero la editorial La Cúpula.
Producto de aquel momento de eclosión cultural de finales de los setenta y del influjo en Catalunya de las corrientes contraculturales californianas, El Víbora llegó a vender 80.000 ejemplares, publicó a jóvenes y consagrados de aquí, a clásicos norteamericanos como Robert Crumb o Gilbert Shelton, y a las generaciones posteriores, caso de Peter Bagge, Daniel Clowes, Jaime Hernandez o Charles Burns. Pero, por encima de todo, El Víbora hizo que la lectura de cómic se convirtiera un hábito cultural adulto.
En 1991 Berenguer se lanzó al mercado de cómic erótico publicando Kiss Comix, que tuvo una versión en inglés, The french Kiss, y qué publicó tanto clásicos del género como nuevos valores. Pero, en 2004, el descenso de ventas hizo inviable el proyecto. Los 6000 ejemplares que vendía El Víbora entonces no sufragaban ni los gastos, y Berenguer cerró la revista. Kiss Comix subsistió hasta el pasado año. Los veintiséis años de editor de cómic cambiaron definitivamente la vida de aquel tranquilo Josep Maria Berenguer que se reunía para preparar la futura revista con los dibujantes comiendo paellas en ‘La Casa Blava’, otro mítico chiringuito desaparecido. Emocionalmente fueron sus mejores años; lo del dinero, qué más da ya. Lo qué le dio valor al proyecto fue el riesgo emocional de la decisión. Y ahí, Josep María Berenguer acertó de lleno.