4/9/17

Joan Colom, el fotógrafo de la calle

La fotografía nació con la falsa idea de ser un arte objetivo. Tras ese espejismo se cometieron, y cometen todavía hoy, todo tipo de engaños y trompe l’oeïl. Algunos son pura estafa y manipulación, otros hacen de esta trampa un lenguaje artístico. Los fotógrafos de las vanguardias de los años sesenta desarrollaron su proyecto artístico entre el fotoperiodismo, nacido con los grandes conflictos bélicos del siglo, y el juego y la abstracción de los pintores vanguardistas de los años veinte. Francesc Català Roca, Xavier Miserachs, Colita o Oriol Maspons supieron dar una mirada renovada a la realidad de la España de la época. Pero de todos ellos fue Joan Colom quién consiguió un estilo verdaderamente original. Escondida en la mano, su Leica captaba la calle de forma intuitiva, sin interferir en la realidad, sin manipular ni detener la vida; respetando la manera de ser de la gente. Esos safaris, tal y como les llamaba él, son hoy el mejor y mas vivo testimonio de la vida en la Barcelona de postguerra y la progresiva transformación urbana de la ciudad. Joan Colom Altemir (1921), gran relator de la Barcelona del siglo XX, falleció ayer en su ciudad a los 96 años.
La mirada de Colom sobre la sociedad barcelonesa le vino de nacimiento. Hijo del barrio del Raval y de formación autodidacta, comenzó en 1957 a fotografiar escenas humanas de su barrio del Born y de las barracas del Somorrostro. “Yo hago la calle; fotografiando aspiro a ser el notario de mi época”, sostenía. Colom comenzó a trabajar de muy joven en un taller de publicidad cinematográfica. Tras estudiar comercio entró a trabajar en el departamento de contabilidad de una fábrica textil, trabajo que mantuvo hasta 1986. Tras casarse en 1955 comenzó a hacer fotos en 1957 y, al año, ingresó en la Agrupació Fotogràfica de Catalunya. En 1958 presentó una colección de imágenes en el Salón Internacional de Fotografía de Murcia y ya obtuvo un premio.
Pero a Joan Colom le iba  la realidad de la calle, no los salones, y comenzó a fotografiar la gente del Barrio Chino, el actual Raval. Es en ese relato cotidiano, fotografiando prostitutas, niños descalzos y malnutridos, tahúres, vagabundos y toda la gente que conocía desde pequeño, cuando vivía en la calle Joaquim Costa donde sus padres regentaban una floristería, donde desarrolla su original estilo, que combina el testimonio de la marginación con la modernidad del reporterismo gráfico.
En 1959 sus fotografías se vieron por primera vez en París, junto al grupo Les 30x40. Pronto el boletín de la AFC y la revista Arte fotográfico lo acogieron en sus páginas, y en 1960 participó en la creación del grupo El Mussol junto a Jordi Munt, Enric Garcia Pedret, Ignasi Marroyo y Josep Alberó, entre otros. La llamada nueva vanguardia tomaba forma, y sus fotos se mostraron pronto en la Sala Aixelà. En aquella muestra ya fue calificado por la crítica como el mejor reportero gráfico del país. En 1962 la revista AFAl le dedicó un extenso dossier, y formó parte de la muestra 11 fotógrafos españoles, en París. El público generalista y poco avezado a la fotografía lo conoció gracias a un extenso reportaje sobre el Somorostro que publicó en el diario El Correo Catalán.
Fue Oriol Maspons quién le presentó a Ester Tusquets, que por entonces ponía en marcha la editorial Lumen. Pronto le encargó un trabajo para la colección Palabra e imagen. Eran libros en los que se asociaba un texto literario con  fotografías. Vargas Llosa i Miserachs, Aldecoa i Masats y Maspons y García Lorca precedieron al libro Izas, Rabizas y Colipoterras, de Camilo José Cela y Joan Colom. Este libro supuso la consagración artística de la nueva vanguardia fotográfica, pero a Colom la trajo muchos problemas: una mujer que aparecía fotografiada le denunció. A causa de sete escándalo Colom dejó la fotografía, y no reapareció en público hasta los años 90, cuando recorrió de nuevo las calles del viejo Barrio Chino para dejar una nueva visión de la transformación del centro duro de Barcelona.
Todo el archivo de Joan Colom está depositado en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) desde 2012. Un año después el museo le dedicó una extraordinaria antológica comisariada por David Balsells y Jorge Ribalta. Pero el gran museo de Colom sigue siendo la calle y la gente que la habita.