15/3/16

Maria Font Bernaus, mecenas y alma de Gallina Blanca

Cuando el capitalismo tenía rostro humano, a los grandes empresarios la responsabilidad social y los valores se les suponía. Eran los tiempos de los mecenas, hoy en día desaparecidos a manos de los sponsors y de una falta alarmante de voluntad legislativa. Maria Font Bernaus (Barcelona 1919), llevaba el compromiso de servicio a la cultura y la educación desde antes que en 1937 participara en la creación, junto a su futuro esposo Lluís Carulla, de las célebres pastillas de caldo concentrado que alimentaron a la depauperada población española de la posguerra. Así, si Gallina Blanca (y una larga retahíla de empresas de éxito del sector de la alimentación) fue el medio, el mensaje fue fomentar el conocimiento y responsabilizarse con la cultura y la educación. A eso dedicó su longeva vida. Maria Font falleció el domingo en su cuidad natal a los 96 años de edad.
Casados en 1940, Maria Font i Lluís Carulla vivieron una complicidad insólita hoy en día, la de promover la cultura, la educación, el talento y el conocimiento de las tradiciones de forma incansable y con un elevado sentido de la responsabilidad social. Si el entusiasmo y la tenacidad fueron valores empresariales capitales en el éxito del grupo Agrolimen, la sensibilidad, la convicción y la ilusión les otorgaron un liderazgo cultural sólido e incontestable que se proyectó en todos los ámbitos en los que actuaron.
Revitalizando un Orfeó Català arrasado tras la guerra; impulsando en 1961, junto a Joan Baptista Cendrós, Fèlix Millet, Joan Vallvé y Pau Riera, Òmnium Cultural y creando su propio proyecto, la Fundació Jaume I, actualmente Fundació Lluís Carulla, en 1973, el matrimonio llevó a cabo una de las mayores aventuras vitales y culturales de la historia contemporánea de Catalunya. Sin la editorial Barcino, el Museu de la Vida Rural de la Espluga de Francolí (Conca de Barberà) o los premios Baldiri Reixac, Francesc Candel, Lluís Carulla y Maria Canals, la recuperación de la cultura catalana hasta la actual solidez intelectual, educativa, histórica y patrimonial, seria incompleta. Y en todos esos proyectos, la dedicación exigente, comprometida y con criterio de Maria Font fue imprescindible. Hace ya unos años que sus hijas Montserrat y Mariona siguen liderando esta ilusión cultural y responsabilidad social con la misma impronta de su madre.
Pero con seis hijos y más de veinte nietos, Maria Font jamás abdicó de su papel de madre ni de vecina. Todavía hoy son muchos los ciudadanos de Premià de Dalt (Maresme), donde vivió gran parte de su vida, que la recuerdan próxima, agradable y maternal, o los de la Espluga de Francolí (localidad natal de Lluís Carulla), donde participó en el impulso del Casal que, durante años, fue el centro de la vida social y cultural del municipio.
Por toda una vida dedicada a la promoción y los valores de la cultura, Maria Font recibió la Creu de Sant Jordi en 1995.