26/8/17

Jordi Cuyàs, artista multidisciplinario y agitador cultural

Mataró es una de las capitales catalanas de las artes plásticas. Con una gran vitalidad durante las primeras décadas del siglo, es tras la guerra cuando el pintor Rafael Estrany (1884-1958), quien contribuyó a salvar numerosas obras durante la contienda, inicia una época que coloca a la capital del Maresme en primera línea de la creación artística. Desde entonces, son varias generaciones de pintores con nombres como Francesc Fontanals, Santiago Estrany, Jaume Arenas, Manuel Cuyàs i Duran, Manuel Cusachs, Josep Novellas, Josep Maria Rovira Brull, Terri, Eduard Alcoy, Perecoll, Marta Duran o Josep Maria Codina, por citar algunos, las que han hecho de Mataró una auténtica ciudad de las artes. Jordi Cuyàs, hijo de artista, formaba parte de la generación que irrumpió a primeros de los 80 con un discurso transgresor y multidisciplinar que situó a la ciudad en línea de la modernidad. Pero Cuyàs falleció el jueves por la tarde de manera repentina, dejando en estado de shock a Mataró.
Jordi Cuyàs (Mataró 1957) estudió comercio porqué su padre, el dibujante y pintor Manuel Cuyàs i Duran, insistió en qué se preparara para poder dirigir algún día el negocio textil de la familia. Pero él quería ser pintor y,  tras el comercio, se matriculó en el instituto Alexandre Satorras, donde nos conocimos, fuimos compañeros de clase, amigos y, lo confieso, hizo por mi alguna lamina: dibujar no es lo mío. Tipo tan genial como humilde, años después me resumía su vida con esta sencilla frase: "Mi padre me pidió que estudiara comercio para tener algo seguro con que ganarme la vida, y que pintara como hobby. Al final toda la industria textil de la ciudad cerró, y yo me gano la vida con el arte". Un día de finales de 1979 nos encontramos por la calle. y me dio una octavilla: era una invitación a su primera exposición; cromos y dibujos junto al polifacético Terri. Había nacido el artista.
Jordi Cuyàs, hermano del periodista Manuel, fue un artista plástico total. Se licenció en bellas artes y practicó la pintura, la escultura, el dibujo, el diseño gráfico, el vídeo arte, la performance y la docencia en la escuela de arte Pau Gargallo de Badalona. Además de numerosas exposiciones por toda Catalunya, Cuyàs realizó carteles, catálogos, folletos, calendarios e incluso imágenes de marca como la de la Biblioteca Pompeu Fabra o la de la sala de exposiciones de Can Palauet, entre otras. Él mismo se definía como un artista visual.
Muestra de su prolija creatividad multidisciplinar, a principios de los 80, junto al poeta Josep Manuel Calleja i al escultor Jaume Simon, fundó el grupo CAPS.A.. Heterodoxos y transgresores, tras unos años de intensa actividad, y otros de barbecho, sorprendieron en 2013 con 13 acciones (una por mes i el resumen), en las que invitaron a participar a poetas, narradores, bailarines, músicos, estudiantes y ciudadanos de Mataró en general. Fue una pequeña, pero poderosa, revolución en medio del erial cultural de los años más duros de la crisis.
Pero la obra por la que mucha gente, vecinos incluidos, conocen a Jordi Cuyàs es sin duda La Matarona, una escultura modular que realizó en 1986 junto a Jaume Simon, que puede tener muchas formas y que, tras pasearse por diez espacios urbanos de toda Catalunya, presidió la plaza de Europa de su ciudad hasta que unas inoportunas obras hicieron que se retirara. El ayuntamiento lleva tiempo anunciando una próxima ubicación. El propio artista me lo anunció hace...
Pero Jordi Cuyàs era un hombre generoso y sin afán de protagonismo, que prefería hablar con el arte y situarlo en el centro de la vida. Quizás por eso sonreía tan a menudo.

23/8/17

Eduard Castellet, ex presidente de la Fundació Miró

Para hacerse cargo de un negocio vinculado a la moda en plena postguerra se había de ser muy atrevido, aunque la empresa produjera una prenda tan poco susceptible a las tendencias, en aquella época, como la corbata. Eduard Castellet (Barcelona 28 de marzo de 1930) dejó los estudios a los catorce años y entró a trabajar en la fábrica familiar de corbatas. Mientras su hermano, Josep Maria (Barcelona 1926-2014), estudiaba derecho, él se convirtió en empresario autodidacta. En 1947 ya era el gerente de la empresa. En plena autarquía "La única forma de mejorar el producto", me contó una vez, "era visitar las ferias italianas, preguntar como trabajaban, tomar notas, inspirarnos en sus diseños y, sin imitarlos, seguir sus pasos". Su hermano fue crítico literario, escritor, editor y director de Edicions 62. Él, fabricante de corbatas en una España sin colores ni diseños, fue un apasionado de la literatura, el cine y el arte, que se formó leyendo sin parar durante la larga temporada que la tuberculosis lo tuvo postrado en la cama. Y, cuando en 1995, dejó la empresa, se dedicó en cuerpo y alma a la cultura. Eduard Castellet i Díaz de Cossío falleció el viernes en Barcelona a los 87 años de edad siendo presidente emérito de la Fundació Joan Miró de Barcelona. La institución de la cual fue su cuarto presidente comunicó el deceso.
Del 1969 al 1992 fue presidente del Club de a Corbata y vicepresidente de la Federación Internacional de Industrias de la Corbata (FIIC). Pero para entonces ya había comenzado a repartir su tiempo entre la empresa y la cultura. En 1960 fue editor de la revista Promos, miembro de la Fundació Phonos, dedicada la música electroacústica e impulsada por Josep Maria Mestres Quadreny, miembro fundador de la Fundació Llorenç Artigas, dedicada al eminente ceramista y, en 1989, fue nombrado presidente de la Fundació Joan Miró de Barcelona.
Eduard Castellet fue el presidente de la segunda ampliación del centro artístico. También consiguió el depósito de la colección de obra mironiana de Kazumasa Katsuta, una de las mas importantes del mundo y organizó la exposición conmemorativa del centenario de Joan Miró, además de las dedicadas a Mark Rothko, Alexander Calder y eduardo Chillida. La que fue directora de la Fundació, Rosa Maria Malet, destaca la responsabilidad en sus funciones y el respeto hacía el trabajo del equipo, cosa que propició un muy buen ambiente.
Apasionado por todos géneros culturales, se dedicó también a la escritura. Unos años antes de jubilarse como empresario, Eduard Castellet abordó su autobiografía de infancia y juventud en tres volúmenes: Norbury (1987), L'edat breu (1989) i Passeig enrere (2000).
Castellet también estuvo vinculado a las Joventuts Musicals y al Centre UNESCO, además de ser miembro de la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana. La Generalitat le concedió la Creu de Sant Jordi en el 2012. Y nunca creyó que llevar corbata fuera un símbolo clasista o cosa de la gente de derechas.

15/8/17

Ramon Bioxadós, el gestor infatigable

Quién más quién menos, cuando se acerca a los 65 años anda ya pensando en lo que ara el día que lo jubilen; eso si no es un afortunado prejubilado. Ramon Boixadós i Malé (Figueres 1927) pensaba lo mismo cuando, siendo responsable de las infraestructuras de los Juegos Olímpicos de Barcelona, estaba a punto de cumplir esa edad: "ya tengo ganas de que llegue ese día para poderme dedicar a leer, me esperan varios libros de historia". Pero, a la postre, decidió que ese día no llegaría jamás "porqué la experiencia es fundamental". Así dedicó su teórica jubilación a presidir la Fundació Gala-Salvador Dalí, la mutua Ibermutuamur y el Port Olímpic de Barcelona, a ser consejero de Hewlet Packard Iberia, miembro del patronato del Museo Olímpico de Lausana y a pasar 20 días al mes en Madrid y el resto en su ciudad natal por trabajo. Hasta que el sábado pasado, casi a los 9o años de edad, los habría cumplido el 31 de diciembre, falleció en su ciudad natal; al pie de la fundación que contribuyó a fortalecer y proyectar.
Hijo de maestros que le llevaron a vivir a Llançà y Barcelona (su padre fue depurado tras la guerra), Ramon Baixadós fue ingeniero de formación (se doctoró en 1952), y marchó a París para ejercer su primer trabajo. Presidente de Renfe (1983-1985), coordinador general de las obras olímpicas de Barcelona (1989-1992) y consejero delegado de la Vila Olímpica, dejó especialmente su huela de gestor incansable en la Fundació Gala-Salvador Dalí, que presidió desde 1991.  La casualidad le llevó a nacer en la casa Romaguera, justo al lado del Teatre-Museu de Figueres, pero él solo había visto al pintor en dos ocasiones, una en la librería Canet de su ciudad, la otra en el Set Portes de Barcelona. Su objetivo al frente del legado museográfico de Dalí fue claro y ha sido cumplido con creces: proyectar la herencia de Dalí por todo el mundo. Para ello promovió los tres museos del llamado 'triángulo daliniano' (Figueres, Púbol i Port Lligat), impulsó un ambicioso programa de exposiciones internacionales y organizó la gestión del patrimonio del pintor en dos áreas: una de artística, que poso en anos de expertos en la obra de Dalí, y otra de administrativa y comercial. La gestión de la explotación y la lucha conta el fraude y por la protección de la propiedad intelectual del pintor fueron sus grandes campos de batalla. Las colas que hay cada día frente al museo de Figueres son la muestra palpable del resultado de su gestión.
Esa misma determinación en su trabajo de gestor le llevó a firmar con el alcalde Pasqual Maragall la retirada de las vías del tren del frente marítimo de Barcelona antes de que la ciudad obtuviera los Juegos. Antes, había comprado Bedeaux España junto a Enric Massó, ex alcalde de Barcelona, una empresa en la que entró a trabajar en 1955 y de la que terminó siendo consejero delegado en 1982. También había asesorado a los astilleros de Vigo, donde conoció a su esposa, Carmen Ruíz de Aguiar, con quién se casó en 1955 y tuvo tres hijos. De carácter fuerte y decisiones tan pensadas como contundentes, Boixadós aprendió de la experiencia, valor en el que siempre creyó. Según había declarado, su ingente capacidad de trabajo se fundamentaba en dormir mucho y comer poco. Este mismo 2017 la Generaliat la ha concedido la Creu de Sant Jordi.

11/8/17

Xavier Benguerel, compositor. Autor del Llibre vermell

A menudo se dice que los hijos terminan por hacer lo que ven en casa. En casa del compositor Xavier Benguerel, ya fuera en su domicilio natal de la Rambla del Poblenou, en el primer exilio francés o en Santiago de Chile, solían recibir a Mercè Rodoreda, Anna Murià, Pere Calders, Joan Oliver o Rafael Tasis. Hijo del escritor Xavier Benguerel i Llovet (Barcelona 1905-1990), novelista del obrerismo barcelonés de primeros de siglo y premio Planeta 1974, Xavier Benguerel i Godó pensó en la tradición literaria y cultural de su familia el pasado mayo cuando estrenó El cementiri marí, obra sinfónica basada en el poema homónimo de Paul Valéry, traducido al catalán por su padre; a la postre su última obra. El compositor fallecido este jueves a los 86 años de edad en Barcelona.
Xavier Benguerel nació en Barcelona en 1931 y vivió hasta 1954 en Chile, donde inició estudios musicales. Siendo su padre directivo de la Institució de les Lletres Catalanes, toda la familia se exilió en 1939. A la vuelta fue alumno del eminente Cristòfor Tatabull y pronto se interesó por la etnomusicología que difundió Béla Bartók. Sus primeras composiciones, Cantata d'Amic i Amat (1959), que lo dio a conocer internacionalmente en 1960 cuando la estrenó en Colonia, Concert per a dues flautes y Nocturn dels avisos denotan la influencia de Bartók y de las tendencias seriales de la escuela de Viena.
A finales de los sesenta, su interés por la escuela de Viena se plasma en Paraules de cada dia (1967), Dialogue orchestrale y Joc i música Riservata, ambas de 1969. A partir de ese momento, Benguerel escribe algunas de sus conciertos más reconocidos: Concert per a orgue (1970), Concert per a guitarra (1971) y Concert per a violoncel (1977). Ese mismo año recibió el prestigioso premio Luigi Dallapicola. Raíces hispánicas (1978), Astral (1979) y Tempo (1983) son otras composiciones notables de aquella época.
En 1984, el estreno de la opera Spleen, sobre el sexo, el arte y las drogas de reminiscencias de Baudelair y primera escrita originariamente en catalán, obtuvo un enorme éxito que se prolongó el año siguiente en Frankfurt. El libreto era de Lluís Permanyer i la escenografía del pintor Joan Josep Tharrats. Pero la composición más conocida de Benguerel fue, sin duda, el Llibre vermell, obra basada en los cantos y danzas del siglo XIV recogidos en el códice del mismo nombre que se conserva en el monasterio de Montserrat. Se estrenó en el Liceo en 1988 y se han efectuado audiciones en numerosos teatros de todo el mundo. En 1993 estrenó Te Deum. En junio de 2011 estrenó en el teatro Real Jo, Dalí, ópera escrita por encargo del ministerio de Cultura para conmemorar el centenario del nacimiento del pintor de Figueras. La obra se estrenó aquel octubre en el Liceo. Pero Xavier Benguerel no fue solo compositor de obras de gran formato. Canciones, piezas para un solo instrumento y todo tipo de géneros musicales jalonan su trayectoria.
En el 2014 recibió la Creu de Sant Jordi de la Generalitat y, recién recuperado de una trombosis pulmonar, el año siguiente fue galardonado con el premio Tomàs Luís de Victoria de la SGAE. Su fondo personal está depositado en la Biblioteca de Catalunya. Carles Guinovart y Tomás Marco, Jesús Rodríguez Picó y Jorge de Persia han escrito sendos libros sobre Benguerel.

7/8/17

Jesús Tuson, lingüista

Toda civilización tiene una lengua que la describe. Explicar una cultura en otra lengua es falsear la realidad, es contar otra cosa. Por eso una lengua ha de estar al servicio de quien la habla, sean muchos o pocos. Porqué el valor de una lengua no depende de la cantidad de hablantes, sino del relato que expone. El sentido de hablar una lengua, sea grande o pequeña, es un derecho universal del ser humano, que nadie pone en duda cuando se trata de idiomas mayoritarios de grandes territorios, pero que se pone en cuestión cuando de ciudadanos de culturas pequeñas, o supuestamente multilingües, se trata. En el mundo hay casi 6.000 lenguas y unos 200 estados. Supeditar una lengua a la rentabilidad comunicativa es homogeneizar el pensamiento, empobrecer el mundo. Por esta regla de tres, deberían desaparecer 5.800 lenguas. La diversidad lingüística es ecología social. Porqué para Jesús Tuson (València 1939), la lengua era un patrimonio natural. El lingüista, catedrático de filología y fundador del Departamento de lingüística de la Universitat de Barcelona, falleció el sábado pasado en Barcelona a la edad de 77 años, según dio a conocer el Grup d’Estudis de les Llengues Amenaçades (GELA).
Dedicado a la docencia durante más de cuatro décadas y profesor de miles de alumnos de la UB, extremadamente afable, sin caer jamás en extremismos, supeditando toda argumentación a la ciencia y dejando de lado expresamente la política, Tuson tuvo un don especial para explicar la Historia de la Lingüística, la Semántica, la Poética o la Teoría e Historia de la Escritura; algunas de las asignaturas que impartió en la Universitat de Barcelona, de la que fue profesor hasta el 2009, cuando se jubiló. Antes había contribuido a crear el Departamento de lingüística, pionero en la universidad española.
Autor de una sólida obra divulgativa, y muy popular, con libros como ‘El luxe del llenguatge’ (1986), ‘Mal de llengües’ (1988), ‘Històries naturals de la paraula’ (1998), ‘¿Com és que ens entenem?’ (1999), ‘Una imatge no val més que mil paraules’ (2001), ‘Patrimoni natural’ (2004), ‘Lletres sobre lletres’ (2006), ‘Això és (i o és) allò’ (2008), ‘Paraules en la corda fluixa’ (2009) o ‘Quinze lliçons sobre el llenguatge (i algunes sortides de to)’ (2011), contribuyó decididamente a difundir la importancia de las lenguas minoritarias y a desterrar no pocos prejuicios y tópicos lingüísticos de muchas personas. “Una lengua es un mecanismo complejo, i nunca una niña ha tenido fiebre por aprender las oraciones subordinadas adjetivas”, dijo en respuesta a unas familias que se mostraron aterradas por que sus hijos tuvieran que aprender catalán. “El lenguaje es una posesión humana; es aquello que nos distingue de las ratas y los chimpancés; preguntarse el por qué es algo que sólo existe en el cerebro lingüístico de la gente, en ningún otro lugar. Por eso no se debe perder ninguna lengua”, había dicho.
El Conseller de Cultura de la Generalitat, Lluís Puig, ha tuiteado: “Tristes por la muerte del lingüista Jesús Tuson, figura central en la difusión de la importancia de las lenguas minoritarias. Perdemos un referente”. Para la profesora Carme Junyent, compañera de Tuson en el Departamento de Lingüística de la UB: “En su obra hay un antes y un después, que no solo se refleja en la lengua, sino también en la forma de abordar la lingüística”. Para el profesor de la UB, Xavier Vila: “Leer su obra es una vacuna contra cualquier tipo de supremacismo idiomático”.
El entierro de Jesús Tuson tuvo lugar el domingo a mediodía en el Tanatorio de la Ronda de Dalt de Barcelona.